
Fox, el perro que volvió a frustrar un envío de droga en Santa Marta
El canino antinarcóticos de la Policía detectó 500 dosis de marihuana escondidas en una encomienda lista para ser distribuida. La modalidad preocupa a las autoridades por su creciente uso para mover droga sin levantar sospechas.
La alerta no vino de un uniformado ni de un equipo tecnológico de última generación. Fue un perro, Fox, el canino más entrenado de la Policía en Santa Marta, quien frenó lo que parecía un envío más entre docenas de paquetes apilados en una empresa de mensajería. Con un movimiento enérgico, marcó un bulto que, hasta ese momento, no tenía nada de sospechoso. Pero su olfato, afinado en incontables operativos, ya había detectado lo que otros no podían: marihuana lista para vender.
Los agentes de la seccional de Carabineros y Protección Ambiental siguieron su señal. Al abrir la encomienda, encontraron varias bolsas con 500 dosis de marihuana que estaban a punto de circular en las calles samarias. La modalidad —ocultar pequeñas cantidades de droga en envíos aparentemente comunes— se viene repitiendo con frecuencia y tiene en alerta a las autoridades.
El comandante de la Policía Metropolitana de Santa Marta, coronel Jaime Ríos, explicó que el resultado no fue producto de la casualidad. “Durante los controles rutinarios se logró la incautación de estas 500 dosis de marihuana que pretendían ser distribuidas mediante la modalidad de encomienda. El canino Fox alertó a los uniformados sobre la presencia del estupefaciente”, dijo.
La escena, repetida más de una vez en operativos recientes, confirma que los narcotraficantes están diversificando sus métodos. Aprovechan la apariencia inocente de las encomiendas, donde mezclan sustancias ilegales entre objetos cotidianos, confiados en que pasarán inadvertidas entre la montaña de paquetes que a diario se movilizan por la ciudad.
Por eso, los controles se han intensificado. Empresas de mensajería, centros de acopio y puntos de despacho se han convertido en escenarios de inspecciones constantes. Aun así, la Policía reconoce que, sin la precisión del canino, muchos cargamentos pasarían de largo.
Fox, silencioso y atento, se mueve entre cajas, sobres y bolsas como si cada operativo fuera su primera misión. Su entrenamiento lo ha convertido en una pieza clave en la lucha contra el microtráfico. Mientras los uniformados revisan documentos y sellos, él se encarga de lo que ningún radar detecta: el olor del delito.
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