Escapó de un atentado en Gaira, pero lo asesinaron en Bogotá


El joven samario logró escapar de un ataque en su ciudad natal, pero su suerte terminó en la capital del país, donde fue asesinado este lunes.

Miguel Mozo sabía que estaba en la mira. En las calles de Gaira, en el sector de Zarabanda, ya se murmuraba su nombre entre amenazas y advertencias. Tenía 26 años y, como muchos jóvenes en esta parte de Santa Marta, cargaba con el peso de estar «caliente», como aquí llaman a quienes arrastran problemas peligrosos.

Una tarde, las balas casi lo alcanzan. Hombres armados lo sorprendieron, pero Miguel, impulsado por el instinto de supervivencia, logró escapar de la muerte. Sabía que no podía quedarse. Su familia, temiendo lo peor, no dudó en ayudarlo a salir de la ciudad. El destino fue Bogotá, esa metrópoli enorme donde creyó que podría desaparecer entre millones de rostros anónimos.

Allí, en la fría capital, Miguel se aferró a la esperanza. Se refugiaba en la idea de que el tiempo calmaría las aguas, de que pronto podría regresar a su barrio La Quemada, a su Santa Marta natal. Pero el peligro no olvida ni perdona.

Este lunes, en un atentado sicarial, lo encontraron. Lo mataron lejos del mar, lejos de su hogar, recordándole a todos que en algunas guerras no hay refugio seguro.

Hoy su familia, envuelta en el dolor, adelanta los trámites para traerlo de regreso a Santa Marta. Esta vez no para un reencuentro de esperanzas, sino para darle el último adiós.


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