Mitchel Garis Armando, un joven que intentaba escapar de una relación marcada por el maltrato, fue asesinado a puñaladas por su pareja, Omar Orozco, quien hoy enfrenta la justicia tras ser capturado en flagrancia.

En el barrio María Eugenia de Santa Marta, una relación marcada por la violencia llegó a su trágico final. Mitchel Garis Armando, un joven que durante años soportó maltratos a manos de su pareja, Omar Orozco, murió tras ser atacado con un cuchillo en medio de una discusión.

La escena fue el colofón de una historia que, según la madre de la víctima, se veía venir. Mitchel vivía atrapado entre el miedo y la esperanza de un cambio que nunca llegó. «Yo sabía que algo así podía pasar. Él quería terminar esa relación, pero no encontraba cómo hacerlo», declaró la mujer con una mezcla de dolor y resignación.

Orozco, señalado por las autoridades como el autor del homicidio, fue capturado en flagrancia cuando intentaba escapar en motocicleta tras cometer el crimen. Hoy, está recluido en una cárcel por decisión de un juez que atendió los argumentos de la Fiscalía durante la audiencia preliminar.

La relación entre Mitchel y Omar había estado marcada por constantes episodios de agresión. Según la madre del joven, no era la primera vez que Orozco atentaba contra su vida. «Ya lo había herido antes en el brazo y en la pierna. Yo le decía que lo dejara, pero él tenía miedo. Decía que si lo hacía, lo mataría», señaló.

En esta ocasión, el desenlace fue fatal. En medio de una discusión, Omar le propinó varias puñaladas que le arrebataron la vida a Mitchel. Las autoridades creen que el ataque pudo ser motivado por la decisión de la víctima de poner fin a la relación, algo que Orozco, descrito como una persona posesiva y violenta, no estaba dispuesto a aceptar.

El barrio María Eugenia quedó conmocionado por lo ocurrido. Vecinos que conocían a la pareja aseguran que la relación era problemática, pero pocos imaginaron que terminaría de esta manera.

Mientras tanto, la madre de Mitchel busca respuestas y, sobre todo, justicia. «Esto no debió pasar. Mi hijo merecía vivir en paz. Ahora solo espero que él pague por lo que hizo», afirmó con firmeza.