A Olga María García Díaz la asesinaron por un roce. Entró al baño de un estadero y salió cargada, desangrándose, después de que una mujer la acuchillara dos veces en el tórax por un simple tropiezo. No tuvo tiempo de pedir disculpas ni de entender por qué la estaban matando.

Un roce accidental entre dos mujeres en el baño de un establecimiento nocturno terminó convertido en un homicidio feroz. Olga María García Díaz, de 21 años, murió tras recibir dos puñaladas. La agresora, conocida como “Kim”, fue capturada minutos después junto a dos acompañantes.

A Olga María García Díaz la asesinaron por un roce. Entró al baño del estadero El Tambo, en la Avenida Colombia del barrio El Milagro de Magangué, y salió en brazos de su pareja, agonizando, después de que una mujer la acuchillara sin piedad. Todo por un tropiezo, por un gesto mínimo que no alcanzó ni a convertirse en palabra.

La joven de 21 años había salido a compartir con su pareja y su suegra. A la 1:00 de la madrugada pidió permiso para ir al baño. Allí, entre mujeres que esperaban turno, intentó hacerse espacio y sin querer rozó a “Kim”, una mujer conocida por su carácter explosivo.

Ese contacto bastó para que la tragedia se activara. “Kim” giró furiosa, empezó a insultarla y, sin dejarla reaccionar, sacó un puñal que llevaba escondido. Dentro del estrecho cubículo del baño, la acorraló contra la pared y le propinó dos puñaladas directas en el pecho. Gritos, caos, sangre. Olguita apenas alcanzó a tambalear antes de caer sobre quienes intentaban ayudarla.

Su compañero sentimental llegó desesperado. La cargó con otros asistentes y corrieron hacia el Hospital La Divina Misericordia. Pero los esfuerzos no bastaron: según los médicos, ingresó sin signos vitales. El ataque fue demasiado rápido, demasiado certero, demasiado brutal.

La agresora intentó escapar del estadero, pero la Policía la interceptó minutos después junto a dos mujeres más. Kimberly, Keyla y Elis quedaron capturadas por homicidio, un caso que desde ya causa indignación en Magangué.

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La muerte de Olguita —una madre joven, asesinada por un tropiezo absurdo— dejó al barrio El Milagro en estado de shock. Un gesto mínimo, que en cualquier otro lugar hubiera terminado en una disculpa, aquí terminó en dos puñaladas y una comunidad preguntándose cómo la vida puede apagarse por nada.