
En plena celebración del día de la mujer: asesinan a tiros a administradora de estadero en Santa Marta
Testigos narran los momentos de pánico vividos en La Favela cuando un hombre armado ingresó, llamó a Dandy por su nombre y le disparó en repetidas ocasiones.
La noche del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el estadero La Favela, en el barrio San Pablo, era un lugar de alegría y celebración. Deidis Zúñiga Vives, conocida como Dandy, disfrutaba rodeada de amigos y clientes en el mismo sitio que administraba. Pero lo que comenzó como una fiesta terminó en una escena de terror.
El sicario llegó llamándola por su nombre
La música sonaba y el ambiente festivo se mantenía. Pero en cuestión de segundos, todo cambió. Un hombre ingresó al estadero, caminó entre la multitud con paso firme y se dirigió directamente a Dandy. La llamó por su nombre. Ella volteó a mirarlo. Antes de que pudiera reaccionar, él desenfundó un arma y disparó varias veces.
Los gritos ahogaron la música. El pánico se apoderó del lugar. Algunos se lanzaron al suelo, otros corrieron buscando refugio, y unos pocos se atrevieron a mirar al asesino, que huyó rápidamente.
Afuera, un cómplice lo esperaba en moto. En cuestión de segundos, ambos desaparecieron en la oscuridad.
Una lucha desesperada por salvarle la vida
Mientras los agresores escapaban, los amigos de Dandy intentaban salvarle la vida. Aunque las balas habían hecho mucho daño, ella aún respiraba.
Desesperados, la subieron a un vehículo y la llevaron a la clínica más cercana. Los médicos hicieron lo posible por estabilizarla, pero la gravedad de las heridas resultó irreversible. Poco después, la noticia se confirmó: Dandy había muerto.
Una madre y administradora sin enemigos visibles
Deidis Zúñiga Vives tenía 31 años, era madre de tres hijos y administraba La Favela, el estadero donde perdió la vida. No se le conocían problemas ni amenazas. Nadie entiende quién pudo ordenar su muerte ni por qué.
La policía investiga el crimen, tratando de reconstruir los últimos días de Dandy en busca de pistas. En el barrio San Pablo muchos que la conocían lamentan su partida, y sus hijos enfrentan el dolor de haber perdido a su madre en una noche que debía ser de alegría.
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