
El viaje soñado que terminó en tragedia: la familia Builes volvió de Santa Marta con un ataúd en brazos
La muerte del pequeño Raphael Builes Builes, de 3 años, tras atragantarse con unas gomitas en Playa Grande, dejó a su familia devastada y abrió una herida imposible de cerrar. El regreso a Filandia, Quindío, fue con un ataúd en lugar de maletas cargadas de recuerdos.
El eco de los gritos desesperados todavía retumba en Playa Grande, Taganga. Allí, entre turistas y vendedores, los padres de Raphael Builes Builes vivieron los minutos más angustiantes de sus vidas al ver cómo su hijo, de apenas tres años, se atragantaba con unas gomitas que parecían inofensivas. Nada de lo que hicieron —correr, pedir ayuda, rogar por auxilio— fue suficiente.
La noticia estremeció a Santa Marta, pero el verdadero drama se vivió después. La familia, que había llegado desde Filandia, Quindío, para disfrutar del mar Caribe, tuvo que regresar a su tierra en un vuelo silencioso, con un pequeño ataúd en brazos. No hubo fotos de atardeceres ni recuerdos de playa: solo lágrimas y un dolor imposible de describir.
En Taganga, algunos testigos aún no superan la escena. “La mamá gritaba como si se le fuera la vida con él. Nadie podía hacer nada. Fue desesperante”, contó un lanchero que presenció la escena. En el puesto de salud de Taganga confirmaron lo que sus padres se negaban a aceptar: Raphael había muerto.
En Filandia, la comunidad recibió a la familia con abrazos de consuelo y un silencio sepulcral. Las calles del pueblo cafetero se convirtieron en el escenario de un duelo colectivo. “Raphael era la alegría de la casa, un niño lleno de vida. No es justo que un paseo termine así”, dijeron allegados.
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