El presidente volvió a recurrir a las groserías para defender sus reformas, dejando un mensaje directo y despectivo a quienes no las respalden, incluyendo al Congreso y a los ciudadanos.

En medio de arengas, pancartas y una Plaza de Bolívar llena de simpatizantes, el presidente Gustavo Petro volvió a encender la polémica. Esta vez no fue por el contenido técnico de sus reformas, ni por el curso legislativo que siguen en el Congreso. El centro del escándalo fue, una vez más, su lenguaje.

“El que vote no a estas reformas es porque es un ‘hp’ esclavista”, dijo el mandatario sin titubeos, con el tono que lo ha caracterizado en sus discursos públicos.

El comentario, dirigido tanto a los congresistas como a cualquier colombiano que se oponga a su agenda de reformas, cayó como un balde de agua helada entre la opinión pública.

Lejos de retractarse, Petro trató de diluir la gravedad de sus palabras con una explicación que muchos calificaron de burda: que ‘hp’ no era una grosería, sino una ironía que significaba “honorable parlamentario”. Ya antes había usado la misma fórmula para referirse a los “honorables periodistas”, como si el insulto pudiera ser transformado en elogio con una simple reinterpretación.

Pero el país no se tragó la metáfora. Las redes sociales estallaron en críticas, y varios sectores de la sociedad —incluyendo congresistas de distintas bancadas— calificaron sus palabras como un irrespeto al cargo que ostenta y una forma de intimidación disfrazada de retórica popular.

La escena evidencia una vez más el estilo confrontacional del presidente: directo, sin filtros y, según muchos, carente de la diplomacia que exige el ejercicio del poder. En lugar de abrir caminos al consenso, Petro prefiere cerrar filas con improperios, obligando a la opinión pública a debatir más sobre su vocabulario que sobre el fondo de sus propuestas.

Y así, entre groserías explicadas y reformas en debate, la figura presidencial sigue dividida entre quienes aplauden su autenticidad y quienes lamentan su incapacidad para construir sin ofender.