
El nuevo ingeniero que venció la pobreza a punta de esfuerzo… y mangos
Superó la escasez económica, estudió con hambre y se graduó contra todo pronóstico. La historia de Juan López es hoy inspiración para los jóvenes de Colombia.
Durante años, su almuerzo fue un mango. No por gusto, sino por necesidad. Juan López, de origen humilde, acaba de graduarse como ingeniero agrónomo después de enfrentar una carrera universitaria marcada por la escasez económica y las dificultades diarias.
Su historia, lejos de ser un caso aislado, representa el esfuerzo silencioso de miles de jóvenes colombianos que luchan por salir adelante en medio de la pobreza.
“Muchas veces no tenía los 10 mil pesos para almorzar en la cafetería, pero comía mi manguito con felicidad”, recuerda Juan. Ese pequeño gesto cotidiano se convirtió en símbolo de su resistencia, una rutina que lo mantuvo firme cuando lo fácil habría sido abandonar.
Juan estudió sin becas, sin lujos, sin ayudas estatales. Caminaba largas distancias para llegar a clases, compartía libros prestados y muchas veces enfrentaba las jornadas con el estómago vacío. Aun así, no perdió el enfoque. Su meta siempre estuvo clara: obtener su título y cambiar su realidad.
Finalmente, lo logró. El día de su graduación no hubo fiesta costosa ni fotos en estudio, pero sí lágrimas, abrazos y un sentimiento de victoria que su familia aún no olvida.
Hoy, Juan quiere devolverle al campo lo que el campo le enseñó. Planea trabajar en proyectos de desarrollo agrícola en su región y, sobre todo, llevar su testimonio a otros jóvenes que, como él, creen que la educación es la única vía para transformar su futuro.
“Ese manguito que me comía todos los días me dio fuerza”, dice, con la mirada firme. “Porque sabía que algún día todo valdría la pena. Y valió”.
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