
El ‘Mono’ Martínez: el político que dejó de ser un chiste en Santa Marta
Con un estilo combativo, Miguel ‘El Mono’ Martínez ha pasado de ser un personaje cómico en la ciudad a un político incómodo para los poderes tradicionales en Santa Marta. Desde su llegada al Concejo, su independencia y denuncias han sacudido la política local, con una manera distinta de hacer control político.
Miguel ‘El Mono’ Martínez no es el típico político de promesas o discursos ensayados. Desde sus inicios como un personaje peculiar que usaba disfraces y denuncias extravagantes en las que posaba desnudo, hasta su meteórico ascenso al Concejo de Santa Marta, Martínez ha demostrado ser un auténtico dolor de cabeza para los políticos tradicionales. Pero su historia apenas comienza.
«De loco, nada»: la evolución de un personaje
Martínez comenzó su carrera política como una figura que parecía destinada a ser solo un ciudadano cómico más en la ciudad que no representaría ningún riesgo para los poderosos.
Con una campaña en la que usaba la imagen de un simio en lugar de su rostro, parecía imposible que pudiera obtener el respaldo necesario para llegar al Concejo. Sin embargo, luego de varios intentos fallidos finalmente lo logró, tal y como se lo propuso: con sus propios méritos y sin maquinaria.
“Me decían loco, pero el tiempo me ha dado la razón. De loco no tengo nada, simplemente tengo el valor que a otros les falta”, asegura Martínez, recordando cómo sus denuncias públicas —algunas tan teatrales como pasearse en inflables por las aguas lluvias de la ciudad o posar desnudo frente a obras inconclusas— lo posicionaron como una figura cercana al ciudadano común.
Martínez, quien creció en el barrio El Pantano, confiesa que siempre soñó con ser la voz del pueblo en una ciudad que él describe como «ahogada en corrupción». «Desde niño supe que quería cambiar las cosas. Santa Marta no le cabe un mojón más, y yo estoy aquí para contribuir con mi trabajo en limpiar este desastre y sacar lo que no sirve», afirma con la pasión que lo caracteriza.

Sus primera gran hazaña
El punto de inflexión en su carrera llegó cuando lideró una campaña que dejó fuera de competencia a candidatos clave del movimiento Fuerza Ciudadana al concejo y la alcaldía. Su jugada maestra inhabilitó con su demanda a la aspirante a alcaldesa por el ‘Caicedismo’ Patricia Caicedo y frustró la inscripción a tiempo de su reemplazo Jorge Agudelo, debilitando al grupo político que hasta entonces había dominado la escena local.
“Lo hice porque era lo correcto. Santa Marta merecía un respiro de esa gente. No me importaron las amenazas ni los enemigos que hice en el camino”, explica Martínez.
Su acción fue vista como un acto de valentía que incluso allanó el camino para que Carlos Pinedo Cuello se convirtiera en alcalde.
Sin embargo, Martínez no tardó en distanciarse de Pinedo, a quien también ha criticado duramente. «Yo no estoy aquí para ser amigo de nadie. Mi lealtad es con el pueblo, no con los políticos», aclara siempre que se le pregunta sobre sus alianzas.

Un concejal incómodo
Desde su llegada al Concejo, Martínez ha sacudido la institución con su estilo combativo y lenguaje fuerte. Sus discursos, cargados de críticas, han puesto en evidencia los errores y las fallas de sus colegas, incluso de los más experimentados.
Algunos lo llaman «el payaso del circo», pero él responde con jocosidad: «De payaso, solo tengo la alegría y el sabor como buen costeño. El control político me lo tomo en serio, y no les perdono ni media».
Sus enfrentamientos son famosos. Ha acusado a sus compañeros de ser corruptos, flojos, bebedores e incapaces. «Los samarios me pusieron aquí para vigilar a los que trabajan con el estómago y no les voy a fallar», sentencia.

El futuro: ¿la Alcaldía en la mira?
A pesar de las críticas, Martínez se ha ganado el respeto de la ciudadanía. Sus redes sociales son un hervidero de apoyo, y su popularidad no deja de crecer.
En las calles y parques de la ciudad cada vez se habla más de la manera de hacer política sin pelos en la lengua que ha adoptado ‘el mono’, quien aunque le han suspendido el uso de la palabra y lo han sacado con policías del recinto, no se calla y tampoco se la deja montar de ninguno.
Para muchos, su estilo desenfadado y su independencia lo convierten en un soplo de aire fresco en la política local.
“Quiero demostrar que se puede hacer política sin robar, sin lambonerías, con transparencia. Eso es lo que quiero transmitirle a los jóvenes a las nuevas generaciones de políticos, que si es posible trabajar por la ciudad desde el escenario público sin dejarse contaminar”, asegura.
Cuando termina una sesión en el Concejo, Martínez no se sube a un vehículo blindado ni se rodea de escoltas. Se va en mototaxi, en buseta o caminando. Dice que no tiene miedo, a pesar de las amenazas que ha recibido.
“Soy feliz porque estoy cumpliendo mi sueño, y nadie me va a detener”, dice.
El Mono Martínez representa una nueva forma de hacer política, una que mezcla espectáculo, valentía y honestidad. En un escenario donde los ciudadanos están cansados de lo mismo, él parece ser el político que, para bien o para mal, Santa Marta estaba esperando.
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