La pregunta clave es qué sucederá ahora y los científicos están divididos sobre cómo responderla.
El poderoso fenómeno meteorológico de El Niño contribuyó, junto con el cambio climático, a elevar las temperaturas globales a nuevos máximos en los últimos meses.
Ahora ha terminado, según indicaron este martes los científicos de la Oficina Australiana de Meteorología.
El Ideam advirtió recientemente que, de acuerdo con datos del Centro de Predicción Climática de la Administración para la Atmósfera y el Océano de EE. UU. (NOAA, por sus siglas en inglés), hay un aumento significativo de la probabilidad de que el fenómeno de La Niña se manifieste a partir del trimestre junio-julio-agosto de este año y predomine en el segundo semestre con una probabilidad superior al 64 por ciento.
Aunque la entidad aclara que aún los efectos del fenómeno de El Niño, provocados por el calentamiento de las aguas del océano Pacífico, siguen en la categoría de intensidad fuerte, los expertos señalan que se espera que se debilite en el transcurso de los próximos meses y que durante el trimestre abril-mayo-junio haga su transición a fase neutral.
Pero, ¿qué significa para el territorio Colombiano la posibilidad de que en el segundo semestre del 2024 llegue el fenómeno de La Niña? Según explican desde el Ideam, el ciclo conocido como El Niño y su fase opuesta La Niña son la causa de la mayor señal de variabilidad climática en la franja tropical del océano Pacifico, en la escala interanual.
Estas dos fases son las componentes oceánicas del ENOS (Oscilación del Sur) que corresponde a la aparición, de tiempo en tiempo, de aguas superficiales relativamente más cálidas (El Niño) o más frías (La Niña) que lo normal en el Pacífico tropical central y oriental, frente a las costas del norte de Perú, Ecuador y sur de Colombia.
Pero, mientras El Niño implica regularmente la reducción de las lluvias en algunas regiones del país, en contraste, el efecto de La Niña se caracteriza por un aumento considerable de las precipitaciones y una disminución de las temperaturas en las regiones Andina, Caribe y Pacífica, así como en áreas del piedemonte de los Llanos orientales.
Esto implica que se debe tener especial atención en el monitoreo de lluvias extremas, vendavales, granizadas, crecientes súbitas, deslizamientos, avenidas torrenciales, avalanchas e inundaciones.
Mientras que en la zona oriental (Orinoquía y Amazonía), dichas variables tienden a un comportamiento cercano a lo normal, sin ser muy claro el patrón climatológico ante la presencia de un evento frío, detallan desde el Ideam.
Cabe recordar que el último fenómeno de la Niña fue especialmente largo. Las lluvias fueron una constante durante tres años por cuenta del prolongado fenómeno de La Niña –el primero de esta extensión que ocurría en el siglo XXI. Desde septiembre del 2020 se instauraron en el Pacífico ecuatorial las condiciones características de un episodio de este fenómeno climático, que ocurre cuando se enfría a gran escala de la superficie de esta parte del océano, y, aunque dio una breve tregua en la mitad del 2021, su final se extendió hasta inicios del 2023.