El ex jefe paramilitar Hernán Giraldo, fue nombrado Gestor de Paz por el Gobierno de Petro


El Gobierno Nacional, mediante la resolución 327, designó a Hernán Giraldo como Gestor de Paz en el marco de la política de Paz Total. La decisión busca vincularlo a actividades de reconciliación y construcción de paz, pero ha desatado una fuerte controversia entre víctimas, líderes sociales y sectores políticos.

El nombre de Hernán Giraldo vuelve a ocupar los titulares del país. El hombre que alguna vez fue uno de los jefes paramilitares más temidos de la Sierra Nevada de Santa Marta, y que purgó condenas por delitos atroces, fue oficialmente acreditado por el Gobierno de Gustavo Petro como Gestor de Paz. La resolución 327 le otorga un papel en los procesos de reconciliación y lo habilita para participar en escenarios de desarme y reintegración de estructuras armadas.

La decisión hace parte de la política de Paz Total, con la que el Ejecutivo busca abrir caminos de sometimiento, desmantelamiento de organizaciones criminales y reinserción de sus miembros a la vida civil. Sin embargo, el anuncio ha caído como una bomba en distintos sectores de la opinión pública.

Por un lado, en el discurso oficial se insiste en que la medida es un instrumento de construcción de paz que permitirá a exlíderes armados asumir compromisos con la legalidad y, en teoría, contribuir a frenar la violencia en territorios donde aún tienen influencia.

“Se trata de que quienes un día fueron parte del problema, hoy se conviertan en parte de la solución”, han señalado voceros del Gobierno.

Pero la otra cara es la indignación. Organizaciones de víctimas y defensores de derechos humanos rechazan la designación y cuestionan que un hombre con un historial de crímenes, desplazamientos, asesinatos y violencia sexual sea hoy reconocido con un rol institucional. Para muchos, la decisión reabre heridas que aún no cicatrizan en la Sierra Nevada y el Caribe.

En los escenarios políticos, la polarización no se hizo esperar. Mientras unos interpretan la medida como una apuesta arriesgada pero necesaria para desactivar la violencia en las regiones, otros advierten que es un mensaje de impunidad y un golpe a la confianza de las víctimas en el Estado.

La polémica se suma a la ya intensa discusión nacional sobre los alcances de la Paz Total. El nombramiento de Giraldo se convierte así en un símbolo de los dilemas que enfrenta el país: ¿es posible lograr la paz incorporando a los victimarios como actores de reconciliación, o se trata de una afrenta al dolor de quienes padecieron sus crímenes?

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Por ahora, la resolución es un hecho. Hernán Giraldo, con todo su pasado a cuestas, ha sido investido como Gestor de Paz. El reto del Gobierno será demostrar que este nombramiento puede traducirse en resultados reales de pacificación y no en una herida más en la ya frágil confianza de los colombianos en la justicia y la reconciliación.


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