
El emotivo reencuentro de madre peruana con su hijo que vivía en condición de calle en Santa Marta
Después de media década sin verse, una madre que había perdido la pista de su hijo que vive en condición de calle en Santa Marta, viajó desde Perú para abrazarlo de nuevo. Un video reciente le devolvió la esperanza y la llevó hasta la Bahía, donde la emoción fue tan intensa como el deseo de que él cambie su rumbo.
En el camellón de la Bahía de Santa Marta, entre el ruido de las olas y el bullicio de los turistas, se vivió una escena que detuvo el tiempo y que a todos conmovió. Una mujer, con lágrimas incontenibles, abrazaba a un joven delgado, de mirada cansada y con poca ropa. Era su hijo, Jean Niel, a quien no veía desde hacía cinco años.
La historia comenzó mucho antes, en un hogar que se rompió por la distancia y las circunstancias. Él quedó en Colombia, ella en Perú, con el corazón dividido y la esperanza intacta. Los años pasaron y las noticias sobre él se desvanecieron hasta convertirse en silencio.
La búsqueda fue incansable: llamadas, mensajes, preguntas a desconocidos. Pero fue un video, grabado por casualidad y difundido en redes, el que cambió todo. En esas imágenes, ella reconoció el rostro que había soñado mil veces. No dudó: compró un tiquete y voló a Colombia.
En Santa Marta, una niña creadora de contenido llamada María Ángel se convirtió en el lazo que haría posible el reencuentro. Localizó a Jean Niel e hizo posible el reencuentro. El resto fue un mar de emociones.
“Mamá te ama y quiere que cambies”, le susurró ella, con la voz quebrada, mientras lo abrazaba con fuerza. Él apenas podía articular palabra, atrapado en una mezcla de sorpresa, alegría y vergüenza.
Para la mujer, este momento fue un milagro. “No saben cuántas oraciones he hecho pidiendo por él. El día que vi el video, supe que estaba vivo”, contó.
Ahora, lo que sigue es incierto. Ella sueña con que su hijo deje la calle y comience una nueva vida junto a ella. Él, aún sin dar respuestas, sintió por primera vez en mucho tiempo el calor del hogar en un abrazo. Porque, aunque las distancias y los años duelan, el amor de madre siempre encuentra la forma de regresar.
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