El bordillo de Shakira ya genera disputas en Barranquilla

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El creador de contenido Super Marimonda aseguró que tenía permiso para instalar una placa en el bordillo, pero la dueña de la casa se lo negó y protagonizaron un tenso enfrentamiento.

En una ciudad acostumbrada a la efervescencia del Carnaval, donde cualquier excusa es buena para la fiesta y la algarabía, pocos imaginaron que un simple bordillo en el barrio Bostón se convertiría en el escenario de una disputa digna de un sainete costeño. Pero cuando la barranquillera más famosa del mundo, Shakira, se sentó en él y se tomó una foto, aquel rincón pasó de ser un elemento del paisaje urbano a un objeto de deseo y controversia.

Desde la visita sorpresa de la artista, el bordillo se ha transformado en un imán para marcas, empresas y creadores de contenido, todos buscando capitalizar su repentina fama. No es para menos: el sitio ya aparece en Google como un atractivo turístico de Barranquilla, y cada día llegan decenas de curiosos a posar en el mismo lugar donde Shakira dejó su huella, aunque solo haya sido con la tela de su pantalón.

Super Marimonda y la placa de la discordia

Uno de los que intentó dejar su propia marca fue el creador de contenido Super Marimonda, quien, en un arrebato de entusiasmo, diseñó una placa conmemorativa para el bordillo. En ella, además de la referencia a la histórica visita de la cantante, incluyó su propio apodo, buscando —según él— inmortalizar el momento para la posteridad.

Pero si algo aprendió ese día, es que en Barranquilla, cuando hay fama y dinero de por medio, las cosas no son tan fáciles. La propietaria de la casa donde se encuentra el bordillo no solo se negó rotundamente a permitir que la placa fuera instalada, sino que protagonizó un fuerte enfrentamiento con Super Marimonda, quien, entre palabras y gestos airados, alegaba haber recibido su aprobación un día antes.

El problema, según testigos, radica en que la dueña de la vivienda ha entendido el potencial lucrativo del bordillo y no está dispuesta a cederlo sin obtener algo a cambio. Mientras algunos la critican por querer exprimir el fenómeno hasta la última gota, otros la defienden, argumentando que, después de todo, es su casa y tiene derecho a decidir qué ocurre en su fachada.

¿Hasta dónde llegará la fiebre del bordillo?

El episodio entre la propietaria y Super Marimonda es solo un primer capítulo de lo que podría ser una larga serie de disputas en torno al bordillo más famoso de Barranquilla. Algunos vecinos ya especulan sobre la posibilidad de que el sitio se convierta en un punto de interés más formal, con visitas guiadas y hasta souvenirs. Otros temen que el fenómeno no tarde en desinflarse, dejando tras de sí solo anécdotas y desencuentros.

Lo cierto es que, por ahora, el bordillo sigue allí, testigo silencioso de una ciudad que encuentra en lo más inesperado un motivo de celebración, de negocio… y de pelea.