El adiós de Tatiana: una vida que se apagó lentamente tras un accidente absurdo


Luego de casi ocho meses de una lucha médica incesante, falleció Tatiana Somerson Rodríguez, la joven estudiante de Comunicación que fue arrollada por una tractomula en la Vía Alterna de Santa Marta cuando intentó subirse al vehículo en movimiento.

El accidente ocurrió en segundos, pero la agonía se extendió por casi ocho meses. Tatiana Somerson Rodríguez, de apenas 24 años, murió este viernes tras perder una batalla que había comenzado el 13 de noviembre del año pasado, cuando fue arrollada por una tractomula en la Vía Alterna, a la altura del barrio San Fernando, en Santa Marta.

Ese día, según contaron personas cercanas, Tatiana se marchó de su casa y en una rebeldía de adolescente se subió a un vehículo de carga.

Aprovechó que su madre se encontraba trabajando y salió sin dar mayores explicaciones. Nadie imaginó que ese sería el inicio de una tragedia que mantendría a su familia al borde del dolor y la esperanza durante meses.

La joven cometió un acto imprudente: intentó subirse a una tractomula en movimiento. No logró sostenerse. Perdió el equilibrio y cayó a la vía. Las llantas traseras del pesado vehículo la arrollaron y le destrozaron las piernas. Fue trasladada de urgencia a la clínica Bahía y luego a la clínica Mar Caribe. Quedó inconsciente, con múltiples intervenciones quirúrgicas por delante.

Los médicos hicieron todo lo posible. Hubo cirugías, transfusiones, días enteros en cuidados intensivos. Pero el daño era profundo, tanto físico como emocional. Tatiana no volvió a ser la misma. Su cuerpo apenas resistía.

Un accidente que apagó una vida joven

Tatiana era una joven extrovertida, apasionada por la música y con sueños en el periodismo. Estudiaba Comunicación Social en la CUN y, aunque mostraba una sonrisa constante en sus redes y entornos sociales, sus últimos días fueron marcados por el silencio. Al parecer, atravesaba un cuadro depresivo derivado de una reciente ruptura amorosa, algo que sus allegados notaron, pero que jamás pensaron que pudiera llevarla a un estado tan vulnerable.

El accidente no solo detuvo su camino físico, sino también su proceso emocional. Durante los meses posteriores, Tatiana vivió entre la inconsciencia, el dolor físico y la intervención constante de un equipo médico que luchó por salvarla. Su familia, por su parte, se aferraba a cada pequeño signo de mejora, cada suspiro, cada movimiento leve como una señal de esperanza.

Pero esa esperanza se apagó finalmente en la tarde de este viernes, cuando su cuerpo no resistió más.

Con su muerte, Tatiana deja una silla vacía en las aulas de la universidad, una madre devastada por la pérdida, y una historia que resume lo frágil que puede ser la vida cuando el dolor emocional no se atiende y las decisiones impulsivas se cruzan con el destino.

En Santa Marta, la noticia de su fallecimiento ha calado hondo, no solo por la juventud de la víctima, sino por el drama que rodeó su caso.


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