
El abrazo y las lágrimas de un padre a su hijo asesinado, la imagen que retrata la violencia en Pivijay
El crimen de un joven de 27 años, volvió a estremecer al municipio de Pivijay, Magdalena. La guerra entre el Clan del Golfo y Los Primos ha dejado una estela de sangre y dolor en sus calles.
El grito de un padre desgarró el mediodía de este viernes en el municipio de Pivijay, Magdalena. “Ay mi hijo, qué dolor, qué pasó hijo”, repetía entre lágrimas mientras abrazaba el cuerpo inerte de Domingo Rafael Pacheco, asesinado a tiros por sicarios en moto en plena vía pública.
La escena quedó grabada en video por testigos. El hombre, con el rostro desencajado, se aferraba al cadáver de su hijo como si todavía pudiera devolverle la vida. Nadie pudo darle una explicación. Solo el silencio, la impotencia y la rabia se apoderaron de quienes presenciaron el crimen.
Según las autoridades, Pacheco fue atacado sin compasión en la intersección de la calle 17 con carrera 19. Los sicarios le dispararon en repetidas ocasiones, al punto de confirmar su muerte antes de huir.
Una comunidad entre el miedo y la muerte
El municipio de Pivijay y sus alrededores viven un recrudecimiento de la violencia. Dos grupos armados —el Clan del Golfo y la banda conocida como Los Primos— se disputan el control territorial, dejando una ola de homicidios que tiene aterrados a los habitantes.
Aunque todavía no se ha establecido si la víctima tenía algún vínculo con estas estructuras, en la población la percepción es clara: detrás de este crimen está el accionar de esas organizaciones que imponen con balas su ley del miedo.
Autoridades en deuda
Los responsables del homicidio siguen prófugos. Nadie sabe quiénes son ni por qué lo hicieron. La Policía asegura que investiga y busca a los asesinos, pero la comunidad se siente desprotegida y abandonada frente a una violencia que parece no tener freno.
En medio de ese panorama, la imagen de un padre arrodillado abrazando a su hijo asesinado se convierte en símbolo del drama que viven cientos de familias en el Magdalena: víctimas inocentes de una guerra que no pidieron y que cada día cobra más vidas.
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