La mujer fue asesinada en un bus, donde su su ex pareja que se negaba a que ella lo dejara, se subió y le propinó varias puñaladas.
La comunidad de Fundación, Magdalena, está sumida en el dolor y la indignación tras el feminicidio de Yurley Patricia Cervantes, una joven de 27 años que dejó su pueblo natal con la esperanza de mejorar su vida en Bogotá.
Sin embargo, su sueño de superarse fue cruelmente interrumpido por la obsesión de su expareja, Francisco Iván Acosta, quien la siguió hasta la capital del país y la atacó mortalmente en un bus de servicio público.
El trágico suceso tuvo lugar en la localidad de Bosa, donde Yurley, que viajaba junto a su tía, fue brutalmente acuchillada por Acosta. Su tía, que intentó defenderla, también resultó gravemente herida.
A pesar de que el responsable fue detenido, no aceptó los cargos de feminicidio y tentativa de homicidio que le fueron imputados por la Fiscalía.
Una relación marcada por el acoso y las amenazas
Según los testimonios de la familia, Yurley llevaba meses recibiendo amenazas por parte de Acosta, quien no aceptaba el fin de la relación.
Su madre, Sara Cervantes, recordó con tristeza cómo su hija le confesaba estar desesperada, aterrada por las constantes llamadas de su exmarido, quien la presionaba para que volviera con él, asegurando que no respondería por sus actos si no lo hacía.
«Mi hija lo denunció, pero no sirvió de nada. Las amenazas se cumplieron y ahora estamos destrozados», expresó con impotencia.
Yurley había buscado protección ante las autoridades. Acudió a la Casa de Justicia en Barrios Unidos, en Bogotá, donde le otorgaron una medida de protección, pero esta no fue suficiente para evitar su trágico destino.
El seguimiento y las amenazas culminaron en una tragedia que no solo deja a una familia devastada, sino también a una comunidad entera exigiendo justicia.
El dolor de un pueblo y la lucha contra la impunidad
En Fundación, el ambiente es de duelo y consternación. Amigos, vecinos y conocidos de Yurley expresan su incredulidad ante lo sucedido.
«Era una mujer trabajadora, que buscaba lo mejor para su familia. Nadie merece morir de esta manera», comentó un amigo cercano.
La muerte de la joven se suma a la larga lista de casos de violencia de género que azotan al país.
Las autoridades locales y organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres han intervenido para brindar apoyo psicosocial y jurídico a la familia de Yurley.
La Secretaría de la Mujer también ha anunciado que asumirá la representación judicial en el proceso penal contra el acusado.
Hoy, la comunidad de Fundación no solo llora la pérdida de una joven que soñaba con un futuro mejor, sino que también clama por justicia.
«Que la muerte de mi hija no quede impune», pidió entre lágrimas Sara Cervantes, madre de Yurley, mientras la comunidad se une en un grito de justicia para que este crimen no quede en el olvido.