
“Dios nos ayude”: la reacción de Álvaro Uribe tras la condena de 28 años contra su hermano
El expresidente respondió con un mensaje breve y cargado de dolor a la condena contra Santiago Uribe por homicidio agravado y concierto para delinquir.
Álvaro Uribe no esperó al análisis jurídico ni a las reacciones políticas: estalló primero él.
“Siento profundo dolor por la condena contra mi hermano. Dios nos ayude”, escribió el expresidente apenas se conoció el fallo del Tribunal Superior de Antioquia contra Santiago Uribe Vélez.
Las pocas palabras bastaron para mover el tablero nacional, avivar la polarización y convertir la sentencia en un nuevo episodio político con reacciones de todos lados.
La frase no fue un comunicado elaborado ni una defensa jurídica. Fue un sentir íntimo y directo, publicado en cuestión de minutos. Y su impacto fue inmediato. La reacción del líder del uribismo se posicionó como tendencia nacional y se convirtió en el punto de partida para interpretar —y disputar— el significado de una decisión judicial que llevaba décadas en el centro de la controversia.
El fallo que detonó ese mensaje fue contundente: 28 años y cuatro meses de prisión para Santiago Uribe por homicidio agravado y concierto para delinquir. Según el Tribunal, el hermano del expresidente dirigió un grupo paramilitar que operó en Yarumal, Campamento y Valdivia en los años noventa desde la hacienda La Carolina. Una estructura que, de acuerdo con la sentencia, ejecutó homicidios selectivos en un plan de “exterminio sistemático”.
El documento judicial también señala que el grupo armado actuó con el “concurso por acción y omisión” de miembros de la Policía, lo que habría facilitado su permanencia y capacidad operativa. Entre los lugartenientes mencionados están Hernán Darío Zapata, alias Pelo de Chonta, encargado de las acciones urbanas, y un hombre conocido como ‘Rodrigo’, responsable de las operaciones rurales.
Uno de los asesinatos atribuidos a la estructura es el de Camilo Barrientos Durán, un conductor de bus escalera señalado —sin pruebas concluyentes— de ser colaborador de la guerrilla.
Pero mientras el país revisaba estos detalles, el foco seguía en la reacción de Álvaro Uribe. No era una postura cualquiera: venía del expresidente que moldeó la política colombiana de las últimas dos décadas y cuyo liderazgo sigue dividiendo al país.
Las redes sociales se polarizaron de inmediato. Sus seguidores interpretaron el mensaje como una expresión humana, una petición casi espiritual ante un golpe devastador. Sus opositores lo leyeron como un gesto político calculado, un intento de influir en la percepción pública del fallo. Otros, simplemente, vieron en esas palabras un símbolo del peso histórico que arrastra este caso.
La defensa de Santiago Uribe evalúa recursos y estudia posibles movimientos jurídicos. Pero, aunque el proceso continúe, la primera línea del impacto ya quedó trazada: el país recibió el fallo a través del dolor del expresidente. Una reacción que, más que acompañar la sentencia, la enmarcó y la amplificó.
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