Desgarrador drama: Una samaria teme por la muerte de su esposo en medio de la guerra en Líbano

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Tras la deportación de su esposo a este territorio en guerra, Loraine Logreira enfrenta una separación forzada y la angustia de no saber si volverán a verse. La guerra y la distancia han transformado su historia de amor en una lucha llena de miedo y sufrimiento. 

Bilal Alghandour, un joven libanés, llegó a Colombia el 16 de septiembre de 2018 con la ilusión de conocer las maravillas del país. Su estadía inicial, prevista para solo dos semanas, terminó extendiéndose mucho más allá de lo planeado cuando, en medio de su viaje, conoció a Loraine Logreira, una mujer samaria que cambiaría el rumbo de su vida. 

Lo que comenzó como una visita turística se convirtió en una historia de amor que llevó a Bilal a quedarse en Colombia, a pesar de haber excedido el límite de su visa.

A pesar de las sanciones y la multa por su estancia prolongada, la pareja decidió continuar su relación y en 2022, tomaron la decisión de casarse. Sin embargo, la dificultad para legalizar su permanencia comenzaron a complicar el sueño de amor. 

Los documentos necesarios para contraer matrimonio tardaron un año en llegar debido a la compleja situación de guerra en el Líbano, país azotado por conflictos y crisis. Finalmente, el 30 de mayo de 2023, lograron casarse, pero su lucha apenas comenzaba.

La odisea legal

Desde el momento en que contrajeron matrimonio, Loraine y Bilal comenzaron el proceso para legalizar la permanencia del extranjero en Colombia. 

Lo que esperaban fuera un trámite relativamente sencillo, se convirtió en una pesadilla interminable. La pareja se presentó en Migración Colombia en Santa Marta para iniciar el proceso, pero fueron recibidos con indiferencia y malos tratos. 

“Durante horas, esperamos ser atendidos, solo para que nos enviaran de un lado a otro sin obtener respuestas claras. Nunca nos proporcionaron información precisa sobre el funcionario a cargo de este caso”, manifiesta la samaria. 

La situación se volvió más crítica cuando, en una de sus visitas a Migración, se encontraron con la directora regional del Atlántico, Karla Machado, quien decidió trasladar el caso a Barranquilla. En ese momento, Loraine estaba embarazada, lo que hacía cada viaje más complicado y extenuante. Sin embargo, en cada instancia, los documentos parecían perderse entre Santa Marta y Barranquilla, creando aún más confusión y angustia.

La tragedia se apodera de sus vidas

El estrés y la incertidumbre que acompañaban el proceso legal fueron demasiado para Loraine. Embarazada de su primer hijo, comenzó a recibir noticias alarmantes: Bilal sería deportado. 

Aunque ella había cumplido con todos los requisitos y había agotado todas las instancias, la deportación de su esposo parecía inminente.

La ansiedad y el miedo no solo afectaron su salud mental, sino también su embarazo. En medio del caos, Loraine perdió a su bebé de tres meses de gestación, víctima de un aborto espontáneo atribuido al estrés. 

Su mundo se derrumbó, y desde entonces, ha tenido que lidiar con cuadros severos de ansiedad, recurriendo a tratamiento médico y medicamentos para sobrellevar la situación.

Finalmente, el 11 de junio de este año, Bilal fue deportado a Líbano, un país sumido en la violencia y el conflicto, dejando a Loraine sola, devastada y sin respuestas claras de las autoridades colombianas.

“Nos quitaron nuestra paz y a nuestro bebé”

Con la voz entrecortada, Loraine Logreira recuerda los momentos más difíciles del proceso:

“Nos trataron como si fuéramos criminales. Recibí mensajes de que Bilal iba a ser deportado, incluso nos buscaban en los lugares que frecuentábamos. No teníamos paz. Mi esposo no tiene antecedentes ni en Colombia ni en su país, pero eso no les importó. Llegué a un punto en el que el estrés fue tan grande que perdí a nuestro bebé. Fue el peor momento de mi vida.”

Las lágrimas de Loraine reflejan el dolor de una mujer que no solo perdió a su hijo, sino también a su esposo, en medio de un proceso lleno de incertidumbre y desesperanza. 

“Es muy difícil ver cómo se va alguien a quien amas, sin saber si va a regresar. Mi salud se deterioró tanto que tuve que empezar a medicarme. Han sido meses muy duros”.

Un país en guerra y una separación angustiante

Desde su deportación, Bilal ha vivido en medio del horror de la guerra. Los bombardeos, los ataques y la constante inseguridad han sido su realidad diaria. 

Loraine, en Santa Marta, vive con el temor constante de perder a su esposo, sin saber si el próximo mensaje será el último. Cada día que pasa es una incertidumbre, una espera angustiosa marcada por las interrupciones de la comunicación debido a los constantes cortes de señal en Líbano.

En septiembre, Bilal sufrió heridas graves tras un ataque, sumando una nueva capa de preocupación a la ya desgarradora situación. Loraine confiesa que a veces pasan días sin poder hablar, y cada vez que hay un bombardeo, sufre la angustia de no saber si su esposo está a salvo.

“Es desesperante”, comenta Loraine. “Cada vez que hacen un bombardeo en la zona donde está, le quitan la señal. Hay momentos en que pasan horas o días sin que pueda saber nada de él. Estoy aterrada de que un día no sepa más de Bilal”.

Una lucha interminable

Loraine ha tocado todas las puertas posibles para intentar traer de vuelta a su esposo, pero hasta ahora, todas las respuestas han sido negativas. 

Abogados le han prometido soluciones solo para estafarla, y aunque acudió a la Cancillería en busca de ayuda, le informaron que el caso debía resolverse primero con Migración. Sin embargo, hasta ahora siguen sin ofrecerle respuestas claras ni soluciones.

La situación en el Líbano empeora cada día, y Loraine teme que el tiempo se acabe para Bilal. Su petición a las autoridades es clara: que le permitan reunirse con su esposo y que no vulneren su derecho a estar junto a su familia.

Un clamor por justicia

Loraine Logreira es la voz de muchas mujeres que ven cómo las barreras legales y los conflictos internacionales destruyen sus familias. 

Hoy, su historia es un llamado a las autoridades para que tomen acción y permitan que el amor y la humanidad prevalezcan sobre los obstáculos administrativos.

“Solo pido que nos permitan estar juntos de nuevo, que dejen de poner tantas trabas. No es justo vivir con este miedo constante y esta incertidumbre”, concluye Loraine, con la esperanza de que su historia toque el corazón de quienes tienen el poder de ayudarles.