
Con palas, maquinaria y compromiso: la Gobernación entró al lodo para ayudar a Santa Marta
La administración departamental intervino en los barrios más afectados por las lluvias del domingo, retirando 16.5 toneladas de lodo, censando familias y desplegando maquinaria en una emergencia que dejó más de 700 hogares golpeados por el agua y la desesperanza.
El lunes amaneció con calles convertidas en ríos de barro, muebles flotando y techos colapsados en varios sectores de Santa Marta. Pescaíto, María Eugenia y San Fernando, barrios con historia y con heridas, vivieron otra jornada crítica luego del torrencial aguacero que azotó a la ciudad el domingo.
Fue en medio de esa desolación cuando las primeras máquinas amarillas comenzaron a aparecer. La Gobernación del Magdalena, a través de su Oficina de Infraestructura y la Secretaría de Gestión del Riesgo, asumió un rol clave para atender la emergencia.
En total, fueron 16.5 toneladas de lodo las que se retiraron de las calles, un trabajo arduo realizado entre operarios y vecinos que, sin más opción, también empuñaron palas y escobas.

“Vinieron cuando más lo necesitábamos”
En Pescaíto, uno de los sectores intervenidos, el agradecimiento era evidente. Muchos residentes, acostumbrados al abandono, vieron con esperanza la llegada del equipo gubernamental.
“Estamos agradecidos con la Gobernación del Magdalena por acudir a nuestro llamado de auxilio a través de la Oficina de Infraestructura y Gestión del Riesgo. De verdad que nos facilitaron el apoyo necesario para superar esta afectación”, dijo un líder comunitario de María Eugenia.

La atención no se limitó al retiro de barro. En Bastidas, Nueva Colombia y Once de Noviembre, se inició el censo de familias damnificadas, paso necesario para la entrega de ayudas humanitarias. El reporte oficial señala que más de 720 hogares recibieron acompañamiento.
La maquinaria que llega y la angustia que persiste
Para el martes, la Gobernación proyectó una intervención aún mayor: dos ‘pajaritas’, tres minicargadores, dos volteos, tres grúas, dos bulldozer y dos carrotanques con 28 mil litros de agua serán desplegados en zonas críticas, en busca de restablecer la movilidad y la normalidad.
Sin embargo, los daños materiales y emocionales no se resuelven con facilidad. Muchos lo perdieron todo: colchones, estufas, cuadernos escolares y ropa quedaron arruinados por el lodo.

El drama no solo fue en la capital
Mientras Santa Marta intentaba levantarse, los municipios de Salamina y Sitionuevo también reportaban emergencias. Un vendaval dejó 60 personas afectadas y numerosas viviendas destechadas.
Allí, la Gobernación desplegó 30 funcionarios de Gestión del Riesgo, que realizaron el censo y comenzaron la entrega de ayudas. Además, se activó una Donatón ciudadana, buscando recolectar alimentos, colchonetas y artículos de primera necesidad para asistir a los damnificados del departamento.
Aunque la acción institucional alivió en parte el caos, el panorama sigue siendo sombrío. Las lluvias, que duraron pocas horas, desnudaron la vulnerabilidad de cientos de familias que hoy siguen esperando soluciones de fondo: obras de drenaje, canales limpios y políticas reales de prevención.

La emergencia dejó una vez más una pregunta que nadie termina de responder: ¿cuántas veces más tendrán que empezar de cero las mismas comunidades?
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