Un episodio que habla más de cansancio colectivo que de delito individual se registró en el municipio de Plato: un hombre señalado de robo fue sorprendido, despojado de su ropa y correteado por la comunidad, hasta que la Policía intervino para evitar un linchamiento.

En Plato, Magdalena, el rumor corrió más rápido que el viento del río: “¡ahí va el ladrón!”. Bastaron segundos para que la multitud lo rodeara, lo despojara de sus ropas y lo marcara con golpes de indignación.

No hubo espacio para el escondite ni resguardo en el tumulto; el presunto delincuente terminó corriendo desnudo por las calles, perseguido por decenas de voces que le reclamaban sus fechorías.

Las imágenes quedaron grabadas en video y, como suele ocurrir en estos tiempos, se multiplicaron por las redes sociales hasta volverse conversación obligada en las esquinas del pueblo. No se hablaba de otra cosa: la captura civil, la carrera desesperada y el aviso colectivo de que la paciencia ya se agotó.

La Policía llegó antes de que la historia tuviera un desenlace fatal. Lo rescató de la turba, lo condujo a la estación y calmó momentáneamente los ánimos. Sin embargo, entre la gente quedó flotando una advertencia tan fuerte como el castigo recibido: “la próxima vez no vivirá para contarlo”.

De acuerdo con las versiones ciudadanas, el hombre habría intentado cometer un hurto en la zona. Las autoridades, por su parte, aún no han entregado un parte oficial ni confirmado detalles sobre su identidad.

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Lo cierto es que, en Plato, la paciencia con los ladrones parece haberse agotado, y el eco de este episodio quedó grabado no solo en las cámaras de los celulares, sino también en la memoria colectiva de un pueblo que decidió decir “basta”.