Desde las primeras horas de la mañana se han escuchado constantes ráfagas de fusil, lo que ha generado pánico entre los habitantes de esta región.
A la vereda Uranio, en la parte alta del corregimiento de Palmor, Ciénaga, Magdalena, se trasladaron este domingo los enfrentamientos armados entre los grupos ilegales: las Autodefensas Conquistadores de la Sierra (ACSN) y el Clan del Golfo.
Según reportes de campesinos de la zona, desde las primeras horas de la mañana se han escuchado constantes ráfagas de fusil, lo que ha generado pánico entre los habitantes de esta región.
Aunque las autoridades no han emitido un comunicado oficial sobre lo ocurrido, se sabe que el conflicto inició cuando un pelotón del Clan del Golfo intentó tomar control del área, acción que fue repelida de inmediato por las ACSN, quienes desplegaron a sus hombres para frenar el avance del grupo rival. Lo que siguió fue un violento intercambio de disparos que mantiene en vilo a la población.
La situación en Magdalena es reflejo de la escalada de violencia que ya se ha registrado en el departamento de La Guajira, donde ambas organizaciones criminales se disputan ferozmente el territorio.
Los enfrentamientos en esta región del Caribe colombiano han dejado varios muertos, y el temor de que la violencia se desborde aún más es latente entre las comunidades.
La preocupación en la población ha aumentado tras la reciente publicación de un video por parte de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra, en el cual declaran abiertamente la guerra al Clan del Golfo.
En la grabación, uno de sus voceros asegura que están dispuestos a defender el territorio «con sus vidas» y que «nuestras tropas están dispuestas para pelear en cada rincón para sacar a estas personas integrantes del grupo Golfo».
A pesar de los esfuerzos del gobierno por iniciar diálogos de paz con estos grupos, la realidad en el terreno muestra que la violencia no ha cesado, sino que se ha intensificado, afectando gravemente a las comunidades rurales de Magdalena y La Guajira.
Ante este panorama, el desplazamiento forzado parece ser un desenlace inevitable si los enfrentamientos continúan, dejando a su paso un rastro de desolación y temor entre quienes habitan en las zonas de conflicto.