
Cobradiario llegó a cementerio a impedir que sepultaran a muerto porque le quedó debiendo plata
El prestamista pedía a los familiares del difunto que le pagaran el dinero o de lo contrario no permitiría que lo sepultaran.
“O me dan mi plata o aquí no sepultan a nadie”, gritó un cobradiario mientras se paraba frente a la bóveda, impidiendo el ingreso del ataúd. A su alrededor, familiares lloraban desconsolados la partida de su ser querido, pero él no parecía inmutarse. Su único interés era recuperar el dinero que, según decía, le debía el difunto.
El hecho, insólito y doloroso, ocurrió en un cementerio donde decenas de personas se habían reunido para dar el último adiós.
Nunca imaginaron que, en medio del luto, tendrían que enfrentarse a una escena tan humillante. El cobrador llegó sin aviso y se posicionó frente a la tumba con determinación, como si se tratara de un trámite más.
El escándalo fue inmediato. Algunos intentaron calmarlo, otros le rogaron respeto por el momento, pero el hombre no cedía. “A mí no me importa quién se murió. Si no me pagan, aquí no entra nadie”, repetía una y otra vez. La indignación crecía con cada palabra, mientras el ataúd, cargado por los dolientes, permanecía detenido a pocos metros de la tumba.
Una mujer, entre lágrimas, imploraba que lo dejara descansar. “Ni muerto puede tener paz”, dijo. Pero el cobrador insistía en que ese dinero era suyo y que nadie le iba a impedir cobrarlo, ni siquiera la muerte.
Tras varios minutos de tensión y vergüenza pública, algunos familiares, con impotencia y rabia, lograron convencerlo de apartarse, prometiendo pagar la deuda. Solo entonces permitió que el féretro fuera depositado en la bóveda.
El entierro continuó, pero el respeto y la solemnidad ya habían sido arrebatados.
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