
Cinco pueblos indígenas de la Sierra Nevada en riesgo de desaparecer por violencia armada
Los Kogui, Wiwa, Arhuako, Kankuamo y Ette Naka enfrentan un peligro inminente de extinción física y cultural por el accionar de grupos armados ilegales que se disputan el control de sus territorios.
Cinco pueblos indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta —los Kogui, Wiwa, Arhuako, Kankuamo y Ette Naka— están al borde de desaparecer.
Así lo advirtió esta semana la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que alertó sobre el riesgo real de una “extinción física y cultural” para estas comunidades a causa de la violencia ejercida por actores armados ilegales y la falta de protección estatal.
Estas poblaciones, que suman más de 54.700 personas según el censo del DANE, han sido reconocidas por la Unesco por su conocimiento ancestral y su papel fundamental en la preservación del ecosistema de la Sierra Nevada. Sin embargo, hoy se encuentran sitiadas por grupos armados ilegales que operan en sus territorios, imponiendo su ley y vulnerando todos sus derechos colectivos.

“El riesgo es real. Es una tragedia que podemos y debemos prevenir”, afirmó Scott Campbell, representante de la ONU para los Derechos Humanos en Colombia, luego de una visita a la región. Campbell instó al Estado colombiano a tomar acciones inmediatas para evitar la desaparición de estas culturas milenarias, hoy amenazadas por la guerra que no pidieron.
Una zona de disputa por el narcotráfico
La Sierra Nevada y sus zonas circundantes en los departamentos de Magdalena, Cesar y La Guajira se han convertido en corredores estratégicos para el narcotráfico, lo que ha desatado una lucha por el control territorial entre grupos armados ilegales como el Clan del Golfo y las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada. Estos actores han impuesto condiciones extremas de violencia que afectan directamente a las comunidades indígenas.
Desde 2022, la ONU ha documentado un incremento preocupante de ataques, restricciones y abusos: toques de queda impuestos por los armados, límites a la movilidad de los indígenas, presencia de hombres armados en reuniones tradicionales, e incluso reglas de “convivencia” dictadas bajo amenaza. Estas prácticas han tenido consecuencias devastadoras en su organización comunitaria, su espiritualidad, sus prácticas culturales y su sistema de justicia propio.
Las comunidades, tradicionalmente pacíficas y guardianas de la montaña, han visto cómo su derecho a existir como pueblos distintos se desmorona sin que haya una respuesta clara del Estado. La amenaza ya no es solo la pérdida de vidas, sino también de lenguas, cosmovisiones, saberes ancestrales y una forma de entender el mundo en equilibrio con la naturaleza.
“Estamos ante la posible desaparición de pueblos enteros, con todo lo que representan para la diversidad cultural y ambiental de Colombia. No podemos permitir que esto ocurra ante nuestros ojos”, expresó Campbell en su comunicado.
La ONU ha urgido al gobierno colombiano a garantizar medidas de protección integral, con enfoque diferencial y participación directa de los pueblos indígenas, antes de que la violencia borre siglos de sabiduría y resistencia.