El hombre, requerido por homicidio agravado y quien figuraba en el cartel de los más buscados de Sucre, llevaba una vida tranquila en el sur del Magdalena hasta que un retén policial reveló su verdadera identidad. Su captura se produjo durante patrullajes en el barrio Media Luna.

Hasta hace unos días, nadie en Santa Bárbara de Pinto habría imaginado que el hombre de 28 años que caminaba con calma por las calles del pueblo era un prófugo de la justicia. Saludaba, compraba en las tiendas y hasta se había adaptado al ritmo lento del municipio, como si no cargara en la espalda una orden de captura por homicidio agravado y su nombre en el cartel de los más buscados del departamento de Sucre.

Pero todo se vino abajo cuando, en un retén rutinario, la Policía del Magdalena le pidió su documento. No hubo persecución, no hubo intento de escape. Apenas el sistema arrojó la alerta, quedó al descubierto la doble vida que llevaba.

El procedimiento se desarrolló en el barrio Media Luna, donde uniformados realizaban patrullajes y controles preventivos. Fue allí, en cuestión de segundos, donde la verificación de antecedentes confirmó que el sujeto tenía una orden de captura vigente emitida por el Juzgado Promiscuo Municipal de Buenavista, Sucre.

La justicia lo buscaba por hechos ocurridos en 2023: una riña que terminó en tragedia. Según la investigación, el hombre habría atacado con arma blanca a otro ciudadano, causándole la muerte. Desde entonces había desaparecido del radar de las autoridades, hasta que decidió esconderse en este pueblo del sur del Magdalena, confiando en que el anonimato lo protegería.

“Esta persona figuraba en el cartel de los más buscados de Sucre y era requerida para cumplir condena por homicidio agravado”, confirmó el coronel Javier Alberto Duarte Reyes, comandante del Departamento de Policía Magdalena.

Su captura, dijo, se dio en el marco del plan para prevenir homicidios y avanzar en el esclarecimiento de hechos violentos.
Tras ser esposado sin resistencia, fue dejado a disposición de la autoridad solicitante para su judicialización y el cumplimiento de la condena.

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Mientras el detenido era trasladado, muchos en Santa Bárbara de Pinto seguían sin creerlo: aquel hombre que parecía un habitante más resultó ser un prófugo peligroso. El pueblo apenas empieza a digerir la idea de que por meses convivió con alguien capaz de matar y desaparecer sin dejar rastro.