La histórica goleadora de la Selección Colombia femenina reaccionó a los comentarios machistas del dueño del Unión Magdalena, Eduardo Dávila Armenta, quien afirmó que el fútbol no es un deporte para mujeres.

Catalina Usme no esquivó el golpe. Lo recibió de frente y respondió como lo hace dentro del campo: con precisión, carácter y sin miedo. A sus 34 años, con una carrera forjada a punta de goles, disciplina y liderazgo, la capitana de la Selección Colombia femenina le puso palabras a la indignación de miles de mujeres que hacen del fútbol su pasión y su proyecto de vida.

La frase que desató el escándalo fue: “Ese no es un deporte para mujeres. Que vayan a jugar tenis, voleibol o dominó”, dijo Eduardo Dávila Armenta, máximo accionista del Unión Magdalena y una figura controversial del fútbol colombiano.

Su declaración, pronunciada ante un medio local, cayó como una bomba en plena era de expansión y reconocimiento del fútbol femenino.

Usme no lo nombró. No hizo falta. Desde su cuenta de Instagram, lanzó un mensaje directo que desmontó sin rodeos el discurso de Dávila:
“Sería poco prudente culpar a quienes siguen atrapados en 1950 sin entender que las mujeres llenamos estadios demostrando que el talento no necesita permiso para pisar la cancha”.

No fue un desahogo. Fue una declaración de principios. La futbolista que ha vestido la camiseta de Colombia en cinco Copas América, cuatro Mundiales y unos Juegos Olímpicos dejó claro que no se trata de pedir permiso, sino de ocupar con méritos un lugar que ya es propio.

“Ni el fútbol ni el deporte femenino necesita validación de quienes aún no comprenden que el talento y la pasión no tienen género”, agregó en su publicación.

Usme no solo defendió su carrera, sino la de una generación que ha abierto camino entre prejuicios, abandono institucional y comentarios como el de Dávila. Cerró con una visión clara del futuro que espera construir:
“Sueño con cerrar mi carrera profesional en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, donde por primera vez en la historia el fútbol tendrá en competencia mayor número de equipos femeninos que masculinos, como muestra de una realidad innegable : el fútbol femenino es imparable”.

La respuesta de Usme tuvo eco inmediato. Hinchas, periodistas, deportistas y activistas la respaldaron, mientras las críticas a Dávila se multiplicaban. En medio del escándalo, la goleadora hizo lo que mejor sabe: hablar con liderazgo, representar con dignidad y recordar que ninguna opinión misógina podrá detener lo que ya es una realidad en movimiento.