
Carlos llegó a Santa Marta para vivir mejor y lo mataron a sus 17 años
Tenía todo un camino por delante. Pero la violencia y malas decisiones lo convirtieron en otra víctima de las balas asesinas.
Carlos Alejandro Faneite Villalobos apenas tenía 17 años. A esa edad muchos apenas comienzan a descubrir el mundo, a soñar en grande, a imaginar futuros distintos. Carlos también tenía sueños. Junto a su familia, había dejado atrás el estado Falcón, en Venezuela, buscando en Santa Marta una nueva vida, lejos de las dificultades que azotan a su país natal. Pero en algún momento del trayecto, tomó el camino equivocado. Uno que lo alejó de su propósito y terminó costándole la vida.
En el populoso barrio de Pescaito, donde se había radicado con los suyos, era considerado un muchacho clave para su familia. Un pilar, dicen sus allegados. Aunque joven, era alguien en quien se podía confiar. Por eso, la noticia de su muerte, ocurrida la noche del viernes, caló hondo entre quienes lo conocieron.
Todo sucedió cerca de su vivienda. Carlos salió, como cualquier otro joven, a encontrarse con unos amigos. No imaginó que esa caminata sería la última. En una de las calles del barrio, su vulnerabilidad fue aprovechada por sicarios en motocicleta, quienes lo interceptaron y sin mediar palabra lo acribillaron a tiros. Fueron cinco disparos los que se escucharon. Y después, un cuerpo joven, tirado en el pavimento, con la vida escapándosele a borbotones.
Testigos afirman que intentó correr, quizá con la esperanza de burlar a la muerte. Pero sus verdugos fueron implacables. No se marcharon hasta estar seguros de que su propósito se había cumplido: dejarlo sin vida. La escena posterior fue de caos, gritos, carreras. Algunos intentaron auxiliarlo, llevarlo a una clínica. Fue en vano. Carlos ya no respiraba.
Minutos después, llegaron sus familiares. Lo reconocieron. Se abalanzaron sobre el cuerpo. Gritaron su nombre con desesperación. Lloraron. Maldijeron. Clamaron justicia. El dolor, crudo y sin consuelo, se hizo dueño de la calle.
Carlos Alejandro Faneite Villalobos se convirtió así en la víctima número 45 de las balas asesinas en lo que va del año en Santa Marta. Un número más en las estadísticas de violencia, pero un hijo menos en una familia que lo amaba. Una vida que se apagó demasiado pronto, y que deja una herida abierta en un hogar migrante que vino en busca de paz y encontró una tragedia.
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