El exvolante samario Jorge Bolaño estaba feliz, saltando y riendo durante una celebración familiar en Cúcuta cuando el corazón le falló. Tenía 47 años y se cuidaba como un atleta.

Jorge Bolaño estaba bailando cuando la muerte lo sorprendió. Movía los pies con alegría, aplaudía, reía, hacía reír. Era una fiesta infantil, familiar, llena de colores, de globos, de juegos… y ahí estaba él, como siempre, siendo el alma del momento.

Había saltado, había brincado, había contagiado a todos con su energía. En los videos que circulan, se le ve pleno, como si la vida le quedara entera. Pero no. De un instante a otro, su cuerpo comenzó a fallar. Se llevó la mano al pecho. Algo no estaba bien. El corazón que tantas batallas libró en la cancha se quebró de forma súbita.

Sufrió dos infartos fulminantes. No hubo tiempo. En Cúcuta intentaron reanimarlo, lucharon por retenerlo, pero no hubo manera. El ídolo samario, el incansable volante de marca que defendió a Colombia en mundiales, el amigo de siempre, el padre, el esposo, ya no está.

Tenía 47 años y un amor profundo por la vida. Aunque ya no jugaba, se cuidaba como un atleta: comía sano, entrenaba, evitaba excesos. Nadie lo esperaba. Su esposa Andrea no logra aceptar la noticia. Está devastada.

Bolañito se fue bailando. Se fue feliz. Pero se fue demasiado pronto.