
Balacera contra delincuente terminó asesinando a dos amigos que tomaban cervezas en una tienda
Oliver Cáceres y Yhonykel Cáceres, trabajadores de la construcción y sin antecedentes, murieron en un ataque sicarial en La Manga que iba dirigido a un tercero. Sus familias aseguran que fueron víctimas colaterales de una violencia que no les pertenecía.
Oliver y Yhonykel estaban tomando una cerveza en la esquina del barrio La Manga cuando dos sicarios llegaron buscando a otro y los acribillaron. Hoy sus madres lloran a dos jóvenes trabajadores que murieron por estar al lado de un hombre con un brazalete del INPEC y un pasado que no era el de ellos.
El barrio La Manga, en Barranquilla, amaneció sumido en la tristeza después de la balacera del domingo 16 de noviembre. Los vecinos aún no asimilan que dos de sus hombres más trabajadores, queridos y conocidos terminaran asesinados sin tener relación alguna con la violencia que los alcanzó: Oliver Cáceres Cáceres, de 41 años, y Yhonykel Yair Cáceres Cassiani, de apenas 21.
Ambos estaban frente a una tienda en la calle 77D con carrera 15D, compartiendo después de una jornada de trabajo. A esa misma esquina llegó alias ‘Jicho’, presunto integrante de la pandilla “Los Cultura”, quien usaba brazalete electrónico y tenía deudas pendientes con estructuras criminales. Ellos no lo sabían. Ni tenían por qué saberlo.
La tragedia estalló cuando dos sicarios en motocicleta se detuvieron frente al grupo y abrieron fuego sin advertencia. El objetivo, según las primeras indagaciones, era ‘Jicho’. Pero las balas alcanzaron a quienes solo estaban ahí por casualidad.
“Mi hijo salió un momento… y no volvió”
Yhonykel murió primero. La comunidad lo llevó como pudo a un centro asistencial, pero llegó sin signos vitales. Su madre recuerda la última frase que le dijo antes de salir: “Mami, ya vengo, voy a tomarme algo y vuelvo”. No volvió. Era un joven dedicado a la albañilería, sin enemigos, sin antecedentes, sin nada que lo vinculara al mundo criminal. “Se lo arrebataron sin deberla”, repite entre sollozos.
Oliver, conocido como el “todero” del barrio por su habilidad para arreglar lo que fuera —pintura, electricidad, plomería— también cayó gravemente herido. Fue trasladado al Nuevo Hospital General de Barranquilla, pero los médicos no lograron salvarlo. Sus vecinos lo describen como un hombre servicial, tranquilo, trabajador. “Si alguien necesitaba ayuda, él era el primero en llegar”, cuentan.
Un tercer joven, Jesús David Max Estrada, de 21 años, permanece hospitalizado con pronóstico reservado. Ninguno de los tres tenía antecedentes judiciales ni relación con alias ‘Jicho’. La Policía confirmó que el atentado iba dirigido únicamente a este último.
Pero esa explicación no consuela a madres que acaban de perder a sus hijos. Tampoco devuelve la seguridad al barrio, donde hoy se escucha la misma frase una y otra vez: “Los mataron por estar en el lugar equivocado”.
Oliver y Yhonykel ya no están. Y en sus casas, el llanto no se apaga. Fueron víctimas de una guerra que no era suya, de un atentado que buscaba a otro y que terminó arrebatando dos vidas inocentes.
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