Bala perdida dejó al borde de la muerte a niña de 9 años en Santa Marta


La menor jugaba frente a su casa en el barrio Pescaíto cuando fue alcanzada por un proyectil durante un ataque sicarial contra un presunto miembro del Clan del Golfo. Su familia vive una angustia mientras la niña lucha por su vida.

Roberta Rivera Farelo, de apenas 9 años, estaba jugando cerca a su casa en el barrio Pescaíto cuando la violencia de los grupos criminales la alcanzó sin aviso. Un disparo le perforó el cuerpo. No era para ella. Iba dirigido a Said Furut Castro, un hombre con antecedentes por homicidio y presuntos vínculos con el Clan del Golfo.

Pero una de las balas que lo buscaban terminó hiriendo a la pequeña, que ahora se encuentra entre la vida y la muerte.

El ataque ocurrió en plena vía pública, en una escena repetida y temida: dos hombres en moto llegaron con la intención de matar. Dispararon sin contemplación al menos diez veces contra Furut Castro, quien acababa de salir de prisión. El objetivo cayó, pero también cayó Roberta.

Desde ese momento, la vida de su familia se detuvo. Su madre no se aparta de su lado. Llora, reza y se aferra a la esperanza de que su hija sobreviva. Cada minuto es una prueba, cada parte médico una mezcla de temor y fe. “Mi niña estaba jugando… solo estaba jugando”, repite, intentando comprender cómo un juego infantil se convirtió en una pesadilla.

Roberta fue llevada de urgencia a un centro médico, donde los médicos hicieron lo posible por estabilizarla. La herida es delicada. El pronóstico, reservado.

Furut Castro murió por la cantidad de tiros que recibió. Su historial y su reciente libertad lo habrían convertido en blanco de ‘Los Pachencas’, el grupo criminal rival. En esa disputa, que no da tregua en los barrios más vulnerables de Santa Marta, una niña inocente terminó pagando el precio.

Las autoridades investigan el hecho, pero hasta ahora no se han producido capturas. Mientras tanto, en el barrio Pescaíto, el drama continúa. Una madre espera un milagro. Una comunidad reclama justicia. Y Roberta, desde una cama de hospital, resiste.


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