Dos pistoleros en moto lo sorprendieron en su día de descanso y lo atacaron a tiros sin darle oportunidad de reaccionar.

Por años, Rolando Moreno recorrió las calles de Santa Marta al volante de su taxi, siempre dispuesto a llevar a sus pasajeros a su destino con una sonrisa y una buena charla. 

Pero en Gaira, el barrio donde nació y creció, pocos lo llamaban por su nombre. Para todos, era simplemente «Chan», el hombre servicial, de tez morena y cuerpo robusto, que trabajaba incansablemente para darle lo mejor a su pequeño hijo y ayudar a su madre, la mujer a la que más amaba.

La noticia de su asesinato ha dejado una profunda tristeza y lamento entre quienes lo conocieron. La noche del domingo, mientras disfrutaba de su día de descanso tomándose unas cervezas con amigos en el sector de La Cangrejera, la muerte lo sorprendió de la manera más cruel: dos sicarios en moto irrumpieron en el lugar y sin darle tiempo a reaccionar, abrieron fuego contra él.

Herido de gravedad, Chan fue trasladado al puesto de salud local, donde, entre suspiros de agonía, logró despedirse de su hijo y su madre. No dejó palabras de rencor ni pistas sobre lo que pudo haber motivado su muerte. Solo el dolor de una despedida inesperada.

Entre quienes lo conocieron, hay desconcierto y preguntas sin respuesta. Dicen que en las últimas semanas varios de sus amigos de toda la vida habían abandonado Gaira, quizás temiendo la ola de violencia que golpea al barrio. Pero Chan se quedó. Amaba su tierra, su gente, su familia. Y fue precisamente ahí donde lo mataron.

Las autoridades investigan si su asesinato está relacionado con las disputas criminales que han teñido de sangre a la capital del Magdalena o algún problema personal. Pero más allá de las hipótesis, lo cierto es que Gaira perdió a un hijo querido. Y entre quienes lo conocieron, solo queda el recuerdo de su risa franca, su taxi siempre en marcha y su inquebrantable amor por los suyos.