Una trampa mortal acabó con la vida de dos policías en Bolívar, generando repudio en todo el país.

El llamado a emergencias sonó como cualquier otro. El día avanzaba en Santa Rosa del Sur, Bolívar, cuando una alerta movilizó a los uniformados Omar Enrique Medina Cuberos y Jorge Eduardo Ramírez Herrera. 

Su deber era responder. Su vocación, servir. Pero lo que encontraron al llegar al sector Adesan no era una emergencia común: era una trampa mortal.

El estruendo sacudió la tranquilidad del pueblo. Un explosivo detonó justo cuando los policías arribaban al sitio indicado. El subintendente Medina Cuberos murió en el acto. Su compañero, el patrullero Ramírez Herrera, quedó gravemente herido, luchando entre la vida y la muerte hasta que su último aliento se extinguió en un hospital.

La noticia golpeó con fuerza en la comunidad y en las filas de la Policía Nacional. No eran solo dos agentes caídos; eran padres, hijos, amigos, servidores que jamás dudaron en responder al deber, incluso cuando ese llamado resultó ser una sentencia.

Las investigaciones avanzan. La pregunta es la misma en cada rincón del país: ¿quiénes fueron capaces de tenderles una trampa tan despiadada? El miedo se mezcla con la indignación, y el eco de la explosión sigue resonando en los corazones de quienes los conocieron.

Mientras el país llora su pérdida, sus nombres quedan escritos en la memoria colectiva. Medina y Ramírez no volverán a casa, pero quedarán como dos grandes héroes que dieron la vida en el cumplimiento de su deber.