Arhuacos ganan una batalla de 12 años por su tierra sagrada: vuelven a tener acceso directo al mar
8 de julio de 2025|Enterate
El Gobierno Nacional entregó al pueblo Arhuaco el predio Los Acantilados, 227 hectáreas incautadas al narcotraficante ‘Don Diego’, que ahora forman parte del resguardo Katanzama en Santa Marta.
Durante más de una década, el mar fue un horizonte distante para los Arhuacos. Aunque lo sentían cerca en su cosmovisión, lo tenían lejos en el mapa. Esa distancia espiritual y física comenzó a cerrarse este fin de semana, cuando el Estado colombiano les devolvió una parte fundamental de su territorio ancestral: 227 hectáreas a orillas del mar Caribe.
El lugar, conocido como Los Acantilados y ubicado en el corregimiento de Guachaca, fue incautado hace años al narcotraficante Diego León Montoya, alias ‘Don Diego’. Hoy, transformado en símbolo de justicia, regresa a quienes lo consideran sagrado desde mucho antes de que el crimen lo invadiera.
“Este acto representa una victoria cultural, espiritual y política para nuestro pueblo”, dijo con firmeza Luis Enrique Salcedo Zalabata, cabildo gobernador Arhuaco. Un retorno que no es simbólico, es real
La entrega del predio fue realizada por la Agencia Nacional de Tierras (ANT) y la Sociedad de Activos Especiales (SAE), como parte de una política estatal que busca saldar deudas históricas con los pueblos indígenas. Juan Felipe Harman, director de la ANT, lo resumió con contundencia:
“Volver al mar no es solo un acto simbólico, es una restitución concreta de derechos. Estamos cumpliendo la palabra del presidente Petro”.
Con esta adjudicación, el resguardo indígena Katanzama se amplía y consolida el derecho de los Arhuacos a habitar, gobernar y proteger sus espacios. En menos de tres meses, el pueblo ha recibido 1.257 hectáreas, rompiendo un estancamiento de más de doce años.
De botín del narco a santuario espiritual
La propiedad que antes fue refugio de actividades ilícitas ahora será un escenario de vida, espiritualidad y armonía con la naturaleza. Así lo expresó Amelia Pérez Parra, presidenta de la SAE:
“Transformar un bien confiscado al crimen organizado en un espacio de vida y espiritualidad es un acto de justicia histórica”.
Los Arhuacos planean usar este territorio para fortalecer su gobierno propio, sembrar cultivos tradicionales y proteger la biodiversidad de la región costera. Pero más allá de los usos prácticos, el retorno al mar tiene un valor incalculable en su visión del mundo: es el punto donde se equilibran la energía, la memoria y el deber de cuidar la Madre Tierra.
Defensa de la Línea Negra
La entrega también fortalece la Línea Negra, la delimitación territorial y espiritual que protege los sitios sagrados de los pueblos Arhuaco, Kogui, Wiwa y Kankuamo. La decisión estatal reconoce que para estas comunidades el territorio no es una simple propiedad: es un organismo vivo, una extensión de su cultura y una garantía para su supervivencia.
El acto fue celebrado como histórico. No solo por la magnitud del terreno recuperado, sino por lo que representa en términos de dignidad y reparación. En una zona donde el narcotráfico dejó cicatrices, los Arhuacos ahora tienen la posibilidad de sembrar memoria, espiritualidad y vida.
El mar vuelve a ser suyo. No por un decreto, sino por el derecho milenario que jamás dejaron de reclamar.