
Anciano no soportó la muerte de su hijo y se le lanzó al tren; milagrosamente sobrevivió
El peso de la tristeza llevó a un anciano a intentar quitarse la vida al arrojarse a un tren en Ciénaga. Contra todo pronóstico, sobrevivió y ahora enfrenta una nueva oportunidad de vivir.
La vida de Rafael Pérez Diita parecía haberse detenido el día en que perdió a su único hijo. Desde entonces, la tristeza lo envolvió como una sombra persistente, llevándolo a un estado de soledad y desesperación del que no encontró salida.
A sus 74 años, con el peso de la vida sobre los hombros y la tristeza en su alma, tomó una decisión extrema: poner fin a su sufrimiento lanzándose a un tren en movimiento.
Fue en la variante sur, cerca de Ciénaga, donde su historia quedó marcada por el destino. Quizá en ese momento pensó que el tren ahogaría su dolor, que el impacto pondría fin a su angustia de una vez por todas. Pero la vida, caprichosa y misteriosa, tenía otros planes.
El instante decisivo
Los testigos relatan que el anciano, con el rostro cubierto de aflicción, se acercó a las vías con pasos vacilantes. El tren se acercaba con su fuerza imparable, como si el destino conspirara para sellar su despedida. Pero algo ocurrió en ese último segundo. Un milagro, un descuido del destino, una fracción de tiempo que le dio otra oportunidad.
Cuando su cuerpo tocó las vías, el estruendo del metal contra la tierra hizo temer lo peor. Sin embargo, cuando la máquina pasó, su vida no se apagó. Rafael yacía en el suelo, herido, pero vivo. No había sido impactado; la muerte lo había rozado, pero no se lo llevó.
Personas que presenciaron el hecho corrieron en su auxilio. Entre la confusión y el asombro, lo levantaron y lo llevaron a un centro asistencial, donde médicos y psicólogos intentaron brindarle consuelo. Su cuerpo resistió, pero su alma aún cargaba el peso del vacío.
Ahora, rodeado de profesionales y quizá de nuevos ángeles anónimos, Rafael enfrenta un camino distinto al que había planeado aquella mañana. La tristeza sigue ahí, pero la vida le ha dado otra oportunidad, una que tal vez aún no comprende del todo.
El tren, ese que parecía el final, se convirtió en un nuevo punto de partida. Y Rafael, aunque con cicatrices invisibles, aún tiene una historia que contar.
PAUTE
AQUÍ
420 px x 450 px
INFO AQUÍ
