La historia de este sujeto terminó como la de muchos en el mundo del crimen: con una traición y múltiples disparos que acabaron con su vida.
Willington Borja Rentería sabía que la debía. Conocía bien las reglas del juego en el mundo del hampa: hoy estás arriba, mañana puedes estar muerto.
Su vida, marcada por la violencia y el delito, llegó a su fin del mismo modo en que tantas veces actuó: bajo la sombra de una traición y el eco de los disparos.
Alias ‘Coco’, de 35 años y oriundo de Tadó, Chocó, no era un delincuente cualquiera. Su rostro apareció en el cartel de los más buscados en Santa Marta, señalado como sicario al servicio de Los Pachenca. En 2019, fue capturado durante un allanamiento en el barrio María Cristina.
Lo encontraron con un revólver calibre 38 y cartuchos listos para usar. Junto a él cayó alias ‘Chuki’, un joven de 19 años. La justicia lo procesó por homicidio, concierto para delinquir, tráfico de drogas y porte ilegal de armas. Pero, como tantas veces ocurre, la burocracia le tendió una mano: quedó libre por vencimiento de términos.
Su libertad no significó un cambio de rumbo. Volvió a las calles, al negocio que conocía, al camino que lo llevó a la muerte. Y, en un giro cruel del destino, su historia terminó cerca del mismo lugar donde fue capturado años atrás.
Este miércoles marcó su última cita. Alguien, quizá un viejo conocido, un supuesto socio o mejor: un traidor, le propuso un negocio. El punto de encuentro fue el barrio El Yucal. ‘Coco’ llegó sin sospechar que lo estaban esperando, no para negociar, sino para ejecutarlo.
Dos sicarios lo abordaron y le dispararon sin titubeos, asegurándose de que no tuviera oportunidad de sobrevivir.
Su cuerpo quedó tendido en el pavimento, sellando con sangre el final de una vida marcada por la violencia. La calle, que tantas veces recorrió con un arma en la mano, fue su última morada.
La muerte de ‘Coco’ no sorprendió a nadie en el bajo mundo. Allí, todos saben que las deudas se pagan, tarde o temprano. Pero su familia quedó destrozada con su partida.
