
Aesinaron a joven ingeniero porque dueños de la obra en la que trabajaba no pagaron extorsión
El hombre de 29 años, fue baleado en el sitio donde supervisaba la construcción de un megacolegio. Autoridades atribuyen el crimen a una red de extorsión ligada al Clan del Golfo.
Diego Armando Morillo Cabrera, un joven ingeniero civil de 29 años, fue asesinado a tiros en plena obra donde se construye un megacolegio en Turbana, Bolívar.
El ataque fue directo y sin aviso. Dos hombres ingresaron a las instalaciones y le dispararon frente a varios trabajadores. No hubo tiempo de auxilio. El cuerpo de Morillo quedó tendido entre sacos de cemento y varillas.
Una amenaza que creció
Según fuentes policiales, el crimen no fue fortuito. Detrás del asesinato estaría una estructura de extorsión del Clan del Golfo que venía presionando a la empresa constructora para que pagara una suma considerable a cambio de “seguridad” en la obra. La negativa de la firma a someterse a las exigencias habría desencadenado la orden de muerte.
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“Se trataba de una empresa formal, contratada por el Estado para construir un colegio, y eso no impidió que los extorsionistas intentaran imponer sus condiciones. El ingeniero fue una víctima directa de esa presión criminal”, dijo a este medio un investigador vinculado al caso.
Capturas y vínculos con el Clan del Golfo
La reacción de las autoridades fue inmediata. En un operativo conjunto de la Policía Metropolitana de Cartagena, la Fiscalía y el Ejército, fueron capturadas cuatro personas, entre ellas los dos presuntos sicarios.
“El crimen ya estaba planeado. Dos de los capturados fueron quienes dispararon. Los otros dos participaron en la vigilancia y apoyo logístico para facilitar el homicidio”, confirmó el coronel Gelver Peña, comandante de la Policía de Cartagena.
Todos los detenidos están vinculados a una célula del Clan del Golfo que opera en el norte de Bolívar, dedicada a extorsionar obras civiles, comercios y contratistas estatales.
Un joven con futuro truncado
Diego Morillo era oriundo de Cartagena. Se había graduado como ingeniero civil hace apenas cinco años. Según sus colegas, era un profesional comprometido y apasionado por las obras que ayudaban al desarrollo social.
“Estaba feliz con ese proyecto. Sabía lo importante que era para la comunidad tener un megacolegio. Nunca imaginamos que una obra como esa pudiera terminar en tragedia”, lamentó uno de sus compañeros de universidad.
“Las organizaciones criminales están usando el miedo como herramienta de financiamiento. Si no se paga, matan. Así de crudo. Y el Estado tiene que responder no solo con capturas, sino con protección efectiva a quienes trabajan en el territorio”, advirtió un vocero de la Cámara Colombiana de la Infraestructura en la Costa.
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