La madre del adolescente, impactada por su confesión, decidió entregarlo a la Policía. Mientras tanto, la Fiscalía indaga si actuó bajo problemas psiquiátricos o si el crimen tenía otra motivación.

En la madrugada del 20 de marzo, la calma habitual de Carepa, un municipio en la región de Urabá, Antioquia, se vio quebrantada por un crimen que aún sacude a la comunidad. Denis Yadid Valderrama Tuverquia, una reconocida defensora de los derechos de la mujer, fue encontrada sin vida en su hogar. Su cuerpo presentaba 13 puñaladas, una escena brutal que sembró el horror entre sus allegados y vecinos.

Días después, cuando aún la comunidad intentaba asimilar la pérdida, un giro inesperado estremeció la investigación. Un adolescente de apenas 14 años confesó ser el autor del asesinato. Lo hizo en la intimidad de su hogar, frente a su madre, quien, con el corazón en un puño, decidió entregarlo a las autoridades.

Lo más perturbador de su confesión no fue solo su corta edad, sino la razón que dio para justificar su acto: “Un espíritu se apoderó de mí y me obligó a hacerlo”, le dijo a su madre. Una frase que, más allá de lo sobrenatural, puso en dudas su condición mental.

Un encuentro fatal
Denis Yadid Valderrama Tuverquia, de 33 años, era una activista apasionada. Su labor en defensa de las mujeres vulnerables la había convertido en un rostro conocido en la comunidad.
Se preocupaba por las víctimas de violencia de género y trabajaba incansablemente en proyectos de empoderamiento femenino.

El día de su muerte, se presume que la mujer permitió la entrada del menor a su hogar. Se conocían. No había sospecha ni temor en ella. Pero, según la versión del joven, algo cambió en su mente en ese instante. Afirma que fue en ese momento cuando “el espíritu” se apoderó de él y lo llevó a atacarla con saña.

¿Un crimen premeditado o un delirio?
Las autoridades investigan el caso desde distintos ángulos. ¿El menor actuó bajo un trastorno mental? ¿Fue una excusa para justificar el crimen? El secretario de Salud de Carepa, Garlant Ledesma Martínez, ha señalado que el adolescente podría padecer problemas psiquiátricos, pero será necesario que los expertos determinen su estado.

“De acuerdo con la información extraoficial que ha llegado a nuestra oficina, el joven tendría trastornos mentales. Según le dijo a su madre, un ‘espíritu’ se le habría metido y le ordenó asesinar a la mujer. Pero si el joven tiene problemas de salud mental o no, eso lo deberá establecer la autoridad competente”, declaró el funcionario.

La Fiscalía continúa con las indagaciones para esclarecer los detalles del crimen. La comunidad de Carepa, aún incrédula, se debate entre el dolor por la pérdida de una líder social y la perplejidad ante la confesión de un adolescente que, según su propia versión, fue guiado por fuerzas inexplicables.

En este rincón del Urabá antioqueño, las preguntas siguen abiertas. ¿Qué llevó realmente a este menor a cometer el asesinato? ¿Fue una mente perturbada o una historia envuelta en el miedo y la superstición? Mientras la justicia busca respuestas, la sombra del crimen aún se cierne sobre Carepa.