La menor asegura que su hijo de 47 días fue separado de su custodia sin autorización legal. Familiares denuncian silencio institucional del ICBF y el Hospital Julio Méndez Barreneche, y exigen saber dónde está el niño.

Aurimar Falcón aún no puede asimilar cómo en cuestión de días pasó de amamantar a su hijo de 47 días a no saber dónde está ni en qué condiciones se encuentra.

Según su relato, todo comenzó cuando el recién nacido presentó síntomas de una gripa leve, por lo que fue llevado por su madre y su abuela al Puesto de Salud de Bastidas. En ese momento, el diagnóstico no fue alarmante y regresaron a casa.

Sin embargo, los síntomas se agravaron. El bebé fue llevado nuevamente al mismo centro médico y, esta vez, fue canalizado y remitido de urgencia al Hospital Julio Méndez Barreneche. Durante el traslado en ambulancia, el menor habría sufrido un paro respiratorio. Fue reanimado e ingresado a la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos.

Con el paso de los días, el niño comenzó a mejorar. “Me dejaron darle seno otra vez”, relata Aurimar. Pero la calma no duró.

“Nos gritaron y nos dijeron que Bienestar se quedaba con el niño”

Según el testimonio de la adolescente, todo cambió abruptamente cuando el lunes siguiente al ingreso del menor, recibieron una llamada del ICBF. Su abuela materna y ella acudieron a la sede de la entidad en Santa Marta. Lo que encontraron allí, asegura, no fue acompañamiento ni orientación, sino maltrato.

“Nos recibieron mal, nos gritaron, nos trataron como si fuéramos delincuentes. Nos dijeron que si eso era lo que queríamos, que Bienestar se quedaba con el niño”, afirmó entre lágrimas.

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Dice que en ningún momento se les entregó un documento oficial, ni una resolución, ni se les notificó de forma legal el supuesto proceso de restablecimiento de derechos.

Para la familia, lo más doloroso ha sido el trato deshumanizado y el hermetismo de las instituciones.

“No tenemos derecho a verlo”: la angustia de una madre adolescente

Después de ese encuentro con el ICBF, la familia intentó ver al bebé en el hospital. Pero allí también, según denuncian, fueron rechazados. “Nos dijeron que no podíamos verlo, que no teníamos ningún derecho a tener contacto con él”, señala Aurimar.

Incluso el abuelo del niño viajó desde Bogotá con la intención de asumir la responsabilidad del menor y brindar apoyo a su hija y nieto. Pero tampoco le permitieron el ingreso ni contacto alguno.

“Le respondieron que eso ya estaba en manos del ICBF”, relató la joven madre.

El domingo 13 de julio, en un último intento, la familia regresó al hospital. Nadie les quiso hablar, asegura. “Nos cerraron la puerta en la cara”, dijo Aurimar.

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Solo una vigilante accedió a brindarles información básica: el bebé había sido dado de alta el día anterior, a las 2:00 p. m., y el ICBF lo había retirado del lugar.

¿A dónde lo llevaron? ¿En qué condiciones? ¿Quién lo tiene? Nadie les da respuestas.

“No vivo en malas condiciones, mi hijo ha tenido todo”

Aurimar insiste en que ni ella ni su familia viven en una situación de abandono ni negligencia. Afirma que su hijo siempre ha contado con leche, pañales, ropa, abrigo y el cuidado constante de su abuela materna.

“No me han hecho visita, no me han hecho seguimiento, no firmé nada. Solo vinieron y se lo llevaron”, denuncia.

“Estoy mal. No duermo, no como. Lloro todas las noches. Solo quiero a mi hijo”, dice, en un video que grabó. En las imágenes se le ve devastada, pidiendo apoyo, exigiendo respuestas.

Hasta ahora, ni el Hospital Julio Méndez Barreneche ni el ICBF Seccional Magdalena han emitido declaraciones públicas sobre el caso.

La familia, mientras tanto, continúa esperando una explicación, el historial clínico del niño y, sobre todo, la posibilidad de reencontrarse con él.