Michelle García y su madre quedaron atrapadas en un trancón cuando un hombre armado las encañonó para robarlas. El ataque fallido expone, otra vez, el descontrol de la inseguridad en la capital del país.

A Michelle García, hermana del ídolo colombiano Radamel Falcao, le apuntaron con una pistola a plena luz del día, en un trancón y sin posibilidad alguna de escapar. El intento de atraco, brutal y directo, ocurrió en segundos y pudo terminar en tragedia.

Según contó, todo pasó hace tres días cuando regresaba de Chía con su madre, alrededor de las 5:50 p. m. El tráfico estaba detenido, el carro no avanzaba ni un metro y fue ahí, en el punto más vulnerable, cuando un hombre se acercó como si nada.

“A mi mamá y a mí intentaron atracarnos con pistola en mano”, denunció Michelle.
Lo que al principio parecía un peatón esperando bus se convirtió en una amenaza inmediata. El tipo tenía las manos “raras”, dijo ella. En cuestión de segundos, una moto pasó frente al carro y el hombre sacó una pistola que llevaba escondida. La moto siguió, pero él caminó directo hacia la ventana y les apuntó sin dudar.

Michelle sabía que no podía hacer nada: estaban bloqueadas, sin salida, con el arma a centímetros. “El tipo le saca una pistola. La moto sigue y él nos apunta con el arma”, recordó.

La escena cambió cuando un pequeño movimiento del tráfico abrió una mínima oportunidad. Michelle aceleró justo cuando otra moto estuvo a punto de arrollar al delincuente. Ese segundo de desconcierto lo obligó a retroceder y permitió que ellas escaparan.

“Gracias a la protección de Dios lo podemos contar hoy”, dijo.

El ataque llega en medio de una Bogotá atravesada por casos de violencia. En las últimas semanas, robos armados se han vuelto rutina y un joven de 29 años fue asesinado en Usaquén por aferrarse a su celular.

Tras el susto, Michelle lanzó un mensaje que muchos ciudadanos ya sienten como un grito de desespero:

“Por favor, cuídense. Estén pendientes. No salgan solos. Y oren mucho”.

La denuncia de la hermana de Falcao vuelve a desnudar la misma realidad: en Bogotá, ni la hora pico, ni el tráfico lleno de carros, ni siquiera un apellido reconocido, frenan a un delincuente decidido a sacar un arma y disparar si es necesario.