
Adiós a ‘Balín’, el legendario hincha del Unión Magdalena que hizo historia con su sirena
El sonido de su sirena marcó la historia del Unión Magdalena. Hoy, su legado queda en manos de su hijo y en el corazón de la hinchada bananera.
Por Roger Urieles, director de Entérate en Línea y corresponsal de El Tiempo
La sirena ha dejado de sonar. Esa que, durante décadas, rompió el silencio del estadio con su estruendoso lamento cada vez que el Unión Magdalena saltaba por al campo. Esa que acompañó victorias y derrotas, que se convirtió en el eco de un amor inquebrantable por el ‘Ciclón Bananero’. Con la partida de José de los Santos Ariza Vásquez, el legendario ‘Balín’, Santa Marta pierde a uno de sus hinchas más entrañables.
A sus 86 años, ‘Balín’ se despidió en paz, con la certeza de que su equipo volvía a estar donde él siempre soñó: en la primera división.
Durante años temió que su muerte llegara con el Unión en la B, pero el destino, generoso en su última jugada, le permitió ver el ascenso antes de cerrarle los ojos para siempre.

El loco de la sirena
No era un hincha más. Su amor por el Unión Magdalena no se expresaba con cánticos o gritos desenfrenados. Su forma de alentar era única: sentado, con la mirada fija en el partido, esperando el momento perfecto para accionar su sirena artesanal, esa que él mismo diseñó y cuyo sonido se convirtió en parte del ADN del club.
Carlos Vives lo inmortalizó en Pitán pitán, la canción que se convirtió en el himno del equipo, y también en el video de Hoy tengo tiempo. Porque ‘Balín’ no era solo un hincha; era un símbolo, un personaje que hacía parte de la historia viva del Unión Magdalena.
Su cabello rizado y su energía desbordante lo hacían inconfundible. Se le veía siempre con su sirena, lista para sonar con fuerza en cada juego, en cada jugada emocionante, en cada gol que hacía vibrar a la hinchada. Y aunque en los últimos años su cuerpo le impidió asistir al estadio, nunca dejó de alentar al Unión desde su casa, con la misma devoción de siempre.

Un amor que nunca se apagó
Para ‘Balín’, el Unión Magdalena era más que un equipo de fútbol. Era una pasión irrompible, un sentimiento tan profundo como el amor que sentía por su esposa y sus once hijos.
“Es una relación que no tiene comparación”, solía decir. Y aunque el fútbol le dio alegrías y tristezas, jamás se apartó de ese amor.
“He llorado, sufrido y cogido rabia, pero aquí sigo firme como el primer día y así será hasta que mi corazón deje de latir”, repetía con convicción.
Y así fue. Su corazón dejó de latir, pero su legado no se apaga. Su hijo, José Ariza Hernández, ha heredado su pasión y su sirena, que ahora suena con más fuerza en su honor.
En el cielo, donde seguro ya encontró su lugar, ‘Balín’ seguirá pitando con su sirena cada vez que el Unión juegue. En Santa Marta, su recuerdo sigue vivo, resonando con la misma intensidad de siempre. Porque hay personas que nunca se van del todo, y ‘Balín’ será siempre el sonido que nunca se extingue en el corazón de los hinchas del Ciclón Bananero.
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