
Cinco años después, policía que mató a su mujer en 1 de Mayo sigue libre
Ha pasado el tiempo y el caso no avanza. Mientras tanto el culpable continúa libre en la calle y los dos hijos de la víctima crecen sin su madre.
El 21 de mayo de 2019 marcó un antes y un después para la familia de Érika Díaz Fandiño. Ese día, la joven patrullera, de apenas 28 años, fue asesinada de un disparo en la cabeza por quien debía ser su compañero de vida, el también policía Rony Alberto Díaz Romero. Él, armado con una pistola ilegal, decidió arrebatarle la vida porque ella no quería continuar con la relación.
Desde entonces, la sombra de la injusticia y el dolor han acompañado a su familia, mientras el asesino camina libre por las calles de Santa Marta.
Rony tenía solo unos meses de nacido cuando su madre murió. Dependía por completo de ella. Hoy, con seis años, vive junto a su hermano mayor, Emmanuel, de 10, bajo el cuidado de su abuela Rosmira Fandiño, quien ha asumido sola la crianza y los gastos de los niños.
Rosmira, una mujer de la tercera edad, lucha diariamente contra las dificultades económicas y la incertidumbre. “No solo me arrebataron a mi hija, también a mis nietos les quitaron la oportunidad de crecer con su madre. Ahora temo qué será de ellos cuando yo no esté”, confiesa con voz quebrada.
Un dolor que no tiene fin
El dolor de esta madre no solo viene del asesinato de Érika, sino también de la impunidad que ha seguido al caso.
A pesar de que Rony Alberto Díaz Romero se entregó a las autoridades y confesó el crimen, inexplicablemente recuperó su libertad por vencimiento de términos. Desde entonces, no ha vuelto a ser encarcelado. Camina libre, incluso indiferente a la vida del hijo que dejó huérfano.
Para Rosmira, cada día es una lucha no solo por sacar adelante a Rony y Emmanuel, sino también por mantener viva la memoria de Érika y exigir justicia.
«No es justo que su asesino viva como si nada hubiera pasado. Él sigue adelante, pero nosotros vivimos con el vacío y el dolor de su ausencia. No hay día en que no piense en mi hija y en la manera tan injusta en que le arrebataron la vida», expresa.
La familia Díaz Fandiño no solo enfrenta la indiferencia de la justicia, sino también el abandono de la institución que Érika sirvió con dedicación. A pesar de que los niños tienen derecho a una pensión por la tragedia, nunca la han recibido. Rosmira ha tocado innumerables puertas sin obtener respuestas claras.
La patrullera Érika Díaz Fandiño, oriunda de Barranquilla, era recordada como una mujer alegre, afectuosa y una madre ejemplar. Su relación con Rony Díaz Romero, sin embargo, había estado marcada por discusiones. En su última disputa, la tragedia estalló en la vivienda ubicada en el barrio Primero de Mayo, al sur de Santa Marta.
Familia exige justicia
La familia ha investigado el caso, pero las respuestas que reciben solo alimentan su frustración.
«Han cambiado de fiscales tantas veces que ya ni sabemos quién lleva el caso. Han perdido pruebas importantes y, mientras tanto, el tiempo pasa y parece que se olvidan de que una mujer fue asesinada, de que unos niños quedaron sin su madre», relata con indignación.
En su lucha incansable, Rosmira solo tiene un pedido: justicia para Érika y garantías para los pequeños que dejó atrás. «Mi hija no merecía este final. Sus hijos tampoco merecen crecer con esta carga de dolor. Solo queremos que las autoridades hagan lo correcto y que este caso no quede en el olvido», concluye con lágrimas en los ojos.
El caso de Érika Díaz Fandiño es una herida abierta, no solo para su familia, sino también para una sociedad que clama por justicia frente a los feminicidios que siguen tiñendo de sangre y dolor tantos hogares.
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