
Las incoherencias que podrían liberar al campesino acusado de degollar a una bebé; su defensa tiene pruebas de su inocencia
La abogada del campesino Omar Castellar de Oro asegura que está preso por un error construido sobre testimonios contradictorios, presiones mediáticas y un Estado que ignoró señales graves alrededor de la madre adolescente de la bebé asesinada. La Fiscalía, según su abogada, sabe que su libertad es cuestión de tiempo.
La vida de Omar José Maestre de Oro cambió abruptamente los últimos días: pasó de ser un campesino conocido por trabajar en las fincas de la vereda Basural, corregimiento de Apure, a ser señalado como el asesino de la bebé Luciana Piña, de un año.
La comunidad lo repudió, las redes lo condenaron y un juez lo envió a prisión preventiva, mientras su nombre se volvía sinónimo de horror en la zona.
Pero en la otra orilla, lejos del ruido público, su familia insiste en que todo es un error. No tienen dinero, pero juntaron hasta lo que no había para pagar un equipo de abogados que demuestre lo que repiten desde el primer día: “Omar no fue”.
La encargada de desmontar la versión oficial es la abogada Diana Zorro, quien desde el domingo —horas después del crimen— se sumergió en entrevistas, archivos y testimonios que hoy, según asegura, revelan un caso armado a la carrera.
Una flagrancia que nunca existió
La primera contradicción que recibió Zorro al tomar contacto con la Fiscalía fue lapidario:
“El fiscal me dijo que el caso era indiscutible, que lo habían sorprendido en flagrancia”.
Parecía un homicidio resuelto. Pero bastó escuchar a los primeros testigos para que la historia se resquebrajara.
El vecino Roberto, quien trabaja con Omar, aseguró haber estado con él desde antes de las dos de la tarde. Otro habitante, Horacio Rafael, dueño del restaurante Mi Patria, también confirmó que a esa hora del crimen estaba con el campesino, negociando la construcción de un portón. Incluso describió con detalle que Omar le regaló limones y mazorcas ese día.
“Desde ahí, él no se movió”, relata la abogada. “Cuando ocurrió la tragedia, Omar estaba sentado con Roberto. Así lo encontró el abuelo de la bebé”.
Esa parte de la historia —que desmonta la versión de flagrancia— no aparece en la decisión de la jueza.
La madre de 15 años y testimonios que se contradicen
La pieza central del caso es el testimonio de la madre de la bebé, una adolescente de 15 años.
Según ella, Omar habría entrado a la casa, arrancado a la niña de sus brazos y herido dos veces a la bebé con un cuchillo antes de salir corriendo.
Nada de lo que describe coincide con las evidencias.
La abogada enumera:
- La menor asegura que Omar tenía un jean azul y camiseta negra; pero cuando lo capturan, llevaba otra ropa.
- Dice que él se llevó el cuchillo lleno de sangre, pero las fotos oficiales muestran el arma sobre una repisa de la casa.
- Habla de dos heridas, cuando Medicina Legal constató tres.
- Afirma que él llegó a caballo y huyó por el camino del río, pero nadie oyó galope alguno y ese trayecto es imposible para un caballo.
- Cambia de versión sobre si estaba en la sala o en el cuarto cuando ocurrió el ataque.
- Describe una supuesta pelea previa entre Omar y el abuelo de la niña, pero el mismo abuelo lo niega rotundamente.
“Son inconsistencias muy graves”, sostiene Zorro. “Y la jueza no valoró ninguna”.
Una niña ignorada por el Estado
Lo que más inquieta a la jurista no es solo que las versiones no coincidan, sino que la situación emocional y mental de la madre adolescente nunca fue tenida en cuenta.
Vecinos de la vereda han comentado —y la abogada recalca que aún no está demostrado— que la menor tenía problemas cognitivos y episodios de comportamiento extraño, que la bebé había sido víctima previa de desnutrición y que incluso existían rumores de un intento de ahogamiento meses atrás.
En redes sociales circula otro dato estremecedor: que el embarazo habría sido producto de una violación y que nunca se abrió un expediente por abuso, desnutrición o abandono.
“Ahí hubo un abandono total del Estado”, dice la abogada.
“Primero ignoraron todo lo que ocurría con esa niña y su bebé. Y después, cuando el asesinato se volvió mediático, apresuraron la captura de Omar para calmar la indignación”.
Según la defensora, la Fiscalía sabe que el argumento jurídico para mantenerlo preso es insostenible y que su salida podría darse en días o semanas.
La pregunta que nadie responde
En su relato, la abogada evita atribuir responsabilidades directas a la menor. No es su rol, insiste. Ella solo representa a Omar.
Pero quedan preguntas abiertas, especialmente una que se desprende de la frase más inquietante del testimonio de la joven:
“Ya la maté, descansaste”, dice que le dijo Omar.
“¿Qué significa ‘descansaste’?”, se pregunta Zorro.
“¿De qué estaba descansando una niña de 15 años? ¿De un recuerdo, de una carga, de una vida que no podía manejar? Nadie ha investigado eso”.
Mientras tanto, Omar sigue preso, señalado y solo.
Y su familia —humilde, golpeada y sin recursos— mantiene la única certeza que no les han podido mover:
Que el campesino nunca tocó a la bebé.
Que la justicia se apresuró.
Y que la verdad —por ahora— sigue esperando que la miren de frente.
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