Murió un niño de 6 años luego de ahogarse con una gelatina durante un momento de juego


El pequeño perdió la vida en cuestión de minutos tras una obstrucción repentina en sus vías respiratorias. Su muerte, ocurrida en la comunidad Casa Roja, en Jalapa, Nicaragua. Los exámenes médicos declararon la muerte por obstrucción de las vías respiratorias.

En Casa Roja, en Jalapa, al norte de Nicaragua, Bryan Antonio Cruz Acuña, un niño de apenas 6 años, jugaba alegremente junto a otro menor cuando un hecho inesperado cambió su destino. Mientras disfrutaba de una gelatina —un postre que suele parecer seguro e inofensivo— el niño comenzó a presentar signos de asfixia.

El momento de angustia llegó de golpe. Bryan llevó las manos a su cuello buscando aire, mientras su madre —quien estaba cerca y presenció el inicio de la emergencia— corrió desesperada para auxiliarlo. Intentó retirarle el alimento de la garganta con la esperanza de salvarlo, pero la obstrucción fue súbita, total, y sus esfuerzos, pese a la desesperación y el amor de una madre, no lograron revertir la situación.

Sin perder tiempo, la familia tomó al pequeño en brazos y decidió trasladarlo en un vehículo particular al hospital Pastor Jiménez Arosteguí de Jalapa. Aquellos minutos estuvieron cargados de súplicas, llanto y una esperanza que se aferraba a cada segundo del trayecto. Sin embargo, al llegar al centro asistencial, los médicos confirmaron lo peor: Bryan ya no presentaba signos vitales.

Minutos más tarde, unidades de emergencia de Jalapa arribaron a la vivienda desde donde se había realizado la llamada de auxilio. Para entonces, la familia ya había partido hacia el hospital intentando salvarle la vida.

El examen médico posterior confirmó que no había señales de violencia. La causa de la muerte fue una broncoaspiración provocada por la gelatina que bloqueó completamente sus vías respiratorias.

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La muerte de Bryan pasó a su familia de la alegría de juegos al dolor de su ausencia. Al extenderse la noticia y viralizarse en redes sociales, miles de personas comenzaron a compartir, desde distintos rincones del país y del extranjero, experiencias similares de ahogamiento con gelatina y otros dulces que circulan en el mercado. Entre mensajes de apoyo, relatos personales y advertencias de padres que vivieron sustos parecidos, se abrió un diálogo urgente sobre la vulnerabilidad de los niños ante productos que parecen inofensivos, pero que han estado presentes en numerosos episodios de asfixia que muchos jamás habían contado hasta ahora.


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