“La justicia fue liviana por ser mujer”: padre cuestiona que la asesina de su hijo siga prófuga pese a condena


El padre de Samuel Guerrero rompe el silencio tras la condena de 36 años contra la enfermera bogotana que ahogó a su hijo en Santa Marta. La mujer sigue prófuga y él teme que vuelva a atacar.

La condena llegó, pero la justicia sigue incompleta. El Juzgado Cuarto Penal del Circuito de Santa Marta sentenció a 36 años de prisión a Yenny Alexandra Higuera, la enfermera bogotana que en abril de 2022 viajó a esta ciudad con una decisión tomada: matar a su propio hijo, Samuel Guerrero, de 15 meses. Lo ahogó en una playa y quiso hacer creer que había sido un accidente.

La Fiscalía desmontó su versión con pruebas técnicas y forenses. Sin embargo, pese a la contundencia del fallo, Higuera no está en prisión. Sigue prófuga. Y para Edwin Guerrero, padre del menor, la condena se siente a medias: el Estado le dio la razón, pero no le ha devuelto la tranquilidad.

“La justicia ha sido muy liviana por ser mujer. Si hubiese sido yo o cualquier hombre, ya estaría capturado”, dice Edwin, sin rodeos.

Un padre que tuvo que luchar solo contra el dolor y las amenazas

El asesinato de Samuel lo derrumbó. Edwin se refugió en el silencio, en el duelo, en la culpa, en la rabia, pero también tuvo que enfrentar un enemigo inesperado: las amenazas.

“La familia de ella me acosaba y me decía que dejara de hablar en los medios. Yo no me callé”, relata. Estaba decidido a que la verdad saliera a flote, incluso si eso lo dejaba más expuesto.

Y lo logró. La Fiscalía demostró que la madre sumergió al infante en el mar con plena intención hasta dejar de sentirlo respirar. Nada tuvo que ver una corriente marina ni un animal, como ella aseguró en su primera versión.

Aun así, el golpe más fuerte contra la justicia llegó después: el 18 de junio de 2024, Yenny Higuera quedó en libertad por vencimiento de términos. Un proceso lento permitió que una acusada de filicidio saliera a la calle.

“Ese día todo se vino abajo. La asesina de mi hijo quedó libre y nadie respondió por eso”, recuerda Edwin.

Una prófuga con condena firme

Cinco meses después, cuando ya estaba otra vez en libertad, un juez ordenó nuevamente su captura. Pero fue tarde: nadie sabe dónde está.

“Ella está escondida en algún lugar y estoy convencido de que no la han buscado como deberían. Ni siquiera ahora que está condenada”, lamenta Edwin.

Lo dice con impotencia, pero también con la certeza de quien ha tenido que entender el proceso a golpes. Para él, existe una indulgencia estatal cuando la agresora es mujer.

“La justicia es más pasiva. Si yo hubiera sido el que cometió ese crimen, me habrían encontrado en dos horas”, insiste.

El miedo que ahora tiene nombre: su nueva hijo

Un año después del asesinato de Samuel, Edwin recibió lo que él llama un milagro: una nueva hija, nacida el 3 de abril de 2023, justo un año después del crimen.

Pero la felicidad no es plena. La sombra de la mujer prófuga lo persigue.

“No subo fotos de mi hija. Evito hasta salir con ella por miedo a encontrármela en la calle”, confiesa.

Edwin no duda de lo que es capaz de hacer la mujer que mató al hijo que ambos compartían.

“Si fue capaz de matar a su propio hijo por rabia contra mí, puede hacerle daño a cualquier criatura. Ese miedo es real”.

Un asesinato que, según el padre, fue motivado por venganza

Para Edwin, el crimen tiene un origen claro: la separación.

Dice que terminó la relación por agresiones de parte de ella y que, desde entonces, la mujer le negó el acceso al niño, hasta que un juez la obligó a permitir las visitas.

“Ella no aceptó que la dejara. Mucho menos que un juez la obligara a dejarme ver a Samuel. Por eso viajó de Bogotá a Santa Marta y decidió matarlo. Fue una venganza”, asegura.

La mujer desapareció por varios días tras la muerte del menor, luego reapareció “triste y confundida” y fue capturada. Pero las demoras procesales le permitieron recuperar la libertad antes del fallo definitivo.

“Que la busquen de verdad”: el llamado que Edwin repite sin descanso

Edwin dedica cada entrevista, cada oportunidad, cada espacio que encuentra para pedir lo mismo: que la capturen.

“Samuel merece justicia completa. Que la busquen con intensidad, en Bogotá o donde esté, y la metan a la cárcel para que pague lo que hizo”.

Lo dice sin temblor, con la voz firme de quien ya ha llorado demasiado. Repite que la justicia le ha dado la razón, pero no la protección. Y que seguirá hablando, así lo vuelvan a amenazar.

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Porque hay una verdad que para él ya no admite discusión: “Mi hijo no murió por un accidente. Mi hijo fue asesinado, y su asesina sigue libre. Eso no puede quedar así”.


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