Tenía múltiples necesidades, pero devolvió $1,9 millones que le enviaron a su Nequi por error


En medio de la ola creciente de estafas y transferencias perdidas en Nequi —donde recuperar el dinero suele ser una misión imposible— un hombre humilde del sur del Magdalena devolvió casi dos millones de pesos que llegaron por error a su cuenta.

En Colombia, todos los días aparece alguien lamentándose por el mismo drama: un número mal escrito, un clic desafortunado y el dinero vuela hacia una cuenta equivocada. La mayoría de las veces no hay retorno. Nadie responde, nadie devuelve, nadie se pone en los zapatos del otro. Pero esta historia rompió la regla.

Ocurrió en El Banco, Magdalena, allí vive Miguel Borja, un hombre sencillo, de esos que trabajan por el diario y a quienes diciembre les aprieta más que al resto. Revisaba su Nequi como cualquier día cuando algo lo estremeció: una transferencia inesperada por $1.900.000.

No era dinero menor. Para Miguel, esa suma significaba arreglar la moto, pagar un recibo atrasado, comprar lo necesario para su familia en Navidad. Pero también significaba otra cosa: un dilema entre la necesidad y la conciencia.

No tardó ni un minuto.

—“Esto no es mío”, se dijo, como quien recuerda una verdad que no se negocia.

La angustia al otro lado

Mientras Miguel analizaba qué hacer, a kilómetros de distancia, en El Paso, Cesar, una mujer vivía un infierno. Había enviado ese dinero para comprar medicamentos y la ropa de diciembre de sus hijos. Bastó un dígito mal escrito para que los sueños de la tarde se convirtieran en desespero.

Sabía que recuperar el dinero sería casi imposible. En redes abundan los testimonios de quienes suplican que les devuelvan una transferencia equivocada, pero terminan enfrentando silencio, bloqueos o burlas. Con el corazón apretado, la mujer apenas podía imaginar que su plata había caído en manos de alguien distinto.

En manos de Miguel.

La llamada que nadie espera

Tras revisar varias veces la notificación y asegurarse de que no era una estafa, Miguel ni pensó en contestar al número asociado al giro. No quería quedarse con lo ajeno.
Apenas escuchó a la mujer afectada de inmediato le aseguró que devolvería hasta el último peso. Y cumplió.

Un abrazo de 100 mil pesos

Agradecida, la mujer insistió en enviarle $100.000 pesos como un gesto de gratitud. Miguel se negó. No quería cobrarse la buena acción. Pero ella, conmovida por la nobleza de un desconocido, se los envió de todas formas, no como pago, sino como un abrazo desde la distancia.

Miguel lo aceptó, no por recompensa, sino porque entendió que a veces recibir también honra al otro.

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En cuestión de horas, la historia se regó por El Banco. Los vecinos se le acercaron con palmadas en la espalda, sonrisas y frases que parecían sacadas de otro tiempo: “Así es que debe ser”, “todavía queda gente buena”, “usted hizo lo correcto, mijo”.


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