Lenny Miguel y Miguel Andrés Pitre Ruiz fallecieron en un siniestro vial ocurrido en la vía Manaure–El Pájaro. El vehículo en el que regresaban con otros familiares terminó volcado dentro de una estructura hidráulica. Las autoridades investigan qué provocó la pérdida de control.

La madrugada del lunes recibió a La Guajira con un golpe seco de esos que desgarran a una región entera. Los hermanos Lenny Miguel Pitre Ruiz y Miguel Andrés Pitre Ruiz murieron en un violento accidente en la vía que conecta a Manaure con El Pájaro, justo en el sector de Puentes Altos de Taguaya, un punto oscuro donde la noche terminó convertida en un escenario de dolor.

Los cuatro familiares regresaban a casa después de disfrutar el Festival de la Sal, Gas y Flamencos, una de las celebraciones que mueve la economía, el turismo y el orgullo cultural del territorio. Venían de un fin de semana alegre, de esos que acaban en fotos y carcajadas. Pero la carretera les cambió el destino en segundos.

Según los primeros reportes, el conductor —por razones aún desconocidas— perdió el control del vehículo. Fue un instante: el automotor se salió del camino y cayó de lleno en una estructura hidráulica, quedando volcado y prácticamente destruido. El impacto fue tan violento que no dio margen para segundas oportunidades.

En el lugar quedó sin vida Lenny Miguel, reconocido empresario y dueño de una constructora que le abrió espacio entre los nombres respetados del sector privado guajiro. Era el mayor, un hombre sereno, firme y entregado a sus proyectos, alguien que construyó mucho más que obras: construyó confianza.

Su hermano, Miguel Andrés, asesor del gobernador Jairo Aguilar Deluque, aún respiraba cuando llegaron los organismos de socorro. Lo trasladaron con urgencia a un centro asistencial, pero las heridas eran demasiado graves. Murió minutos después. En el ámbito político del departamento era visto como un joven disciplinado, con visión y una carrera que apenas despegaba.

Dentro del vehículo también viajaban Miguel Francisco y César Junior, quienes resultaron heridos. Un tercer ocupante, César Curvelo, fue hallado gravemente lesionado y fue trasladado de inmediato a un centro asistencial en Riohacha, donde permanece bajo observación médica.

La escena era el reflejo del desastre: un vehículo irreconocible, pertenencias esparcidas y un silencio que hablaba más que cualquier testimonio. Unidades de tránsito y equipos de rescate trabajaron entre hierros retorcidos y lodo mientras recopilaban las primeras pruebas para determinar qué llevó al conductor a perder el control en una vía transitada pero sin iluminación suficiente.

A medida que la noticia avanzaba en redes sociales, las reacciones no se hicieron esperar. Empresarios, funcionarios públicos, amigos y ciudadanos enviaron mensajes de dolor, incredulidad y solidaridad. La muerte de los hermanos Pitre Ruiz golpeó varios sectores: el empresarial, el político y el social. Dos vidas conocidas, dos figuras queridas, dos historias que quedaron suspendidas en la oscuridad de una carretera.

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Los cuerpos fueron trasladados a Medicina Legal en Riohacha, donde sus familiares comenzaron el inevitable y silencioso trámite de reconocerlos y enfrentar la realidad que nadie quiere enfrentar: la de una pérdida repentina e irreparable.