Dos casos distintos, la misma brutalidad: un hombre que operaba animales sin autorización en Bogotá y otro que tenía perros en condiciones de tortura en Antioquia. La Fiscalía, a través del Grupo Gelma, imputó cargos y rescató a los animales sobrevivientes.

A Princesa no la mató una enfermedad. La mató un impostor. La Fiscalía asegura que Brayan Alexander Restrepo Parra, un hombre sin título, sin preparación y sin permiso para ejercer, abrió el cuerpo de tres perritas como si fuera veterinario en un local de Kennedy, Bogotá. Las operó sin condiciones mínimas, sin técnica, sin esterilidad. Tres animales quedaron agonizando por una intervención que jamás debió ocurrir. Una de ellas, Princesa, no sobrevivió.

La cirugía ocurrió el 31 de agosto de 2024. Ese día, Princesa, Luna y Bella fueron sometidas a procedimientos que —según Gelma— equivalen a un acto temerario: un falso profesional jugando con sus vidas. Las tres presentaron complicaciones graves, pero Princesa fue la que recibió el golpe más brutal. Su salud se vino abajo en pocas horas.

El informe es claro: las lesiones causadas durante la intervención la dejaron sin posibilidad de recuperación.

«‘Princesa’ sufrió el cuadro más crítico”, determinó el fiscal del Grupo Especial para la Lucha contra el Maltrato Animal.

La única salida fue la eutanasia humanitaria para evitarle seguir agonizando. El acusado en las últimas horas fue imputado por maltrato animal agravado. No aceptó cargos.

Otro caso de crueldad animal

Mientras este caso avanzaba en Bogotá, otra historia igual de cruel se desarrollaba lejos de allí, en Dabeiba, Antioquia. Entre el 9 y 11 de noviembre, el Grupo Gelma llegó a una vivienda del barrio Las Brisas y encontró un escenario que parecía sacado de un manual de tortura: tres perros desnutridos, deshidratados, con señales de violencia física y sexual. Animales sometidos, según la Fiscalía, a un sufrimiento prolongado sin salida y sin defensa.

El presunto responsable, José Álvaro Restrepo, fue imputado por lesiones agravadas que afectaron gravemente la salud e integridad de los animales.

Aunque tendrá una medida de aseguramiento no privativa de la libertad, el proceso penal sigue mientras los perros reciben atención médica para intentar revertir el daño causado.

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Dos lugares diferentes, pero el mismo patrón: crueldad, abandono, abuso disfrazado de cuidado. Para Gelma, estos hechos confirman un delito que dejó de ser “asunto menor” para convertirse en prioridad investigativa.