El Centro Democrático lo sacó del proceso interno tras dar por hecho que apoyaría a Abelardo de la Espriella. Él lo negó minutos antes con un “ni renuncio ni me renuncian”. La fractura interna quedó expuesta.

Miguel Uribe Londoño fue expulsado oficialmente por el Centro Democrático. El partido de Álvaro Uribe anunció su retiro del proceso interno tras asegurar que el exprecandidato había manifestado su intención de bajarse para respaldar a Abelardo de la Espriella, hoy el nombre que más suena entre los sectores de derecha.

La versión oficial la entregó el partido en un comunicado difundido y retrinado por el propio Álvaro Uribe. Según ese mensaje, el abogado de De la Espriella habría informado al expresidente que Miguel Uribe lo llamó para anunciarle su renuncia al partido y su disposición de apoyarlo. La frase clave del comunicado fue directa:

“El doctor Abelardo de la Espriella acaba de informar (…) que el doctor Miguel Uribe Londoño lo llamó a expresarle que renunciaba al Centro Democrático para apoyarlo”.

Miguel Uribe rechaza afirmaciones

La respuesta de Uribe Londoño llegó tarde y con registro de impotencia: una hora antes había escrito en redes sociales el mensaje que hoy termina siendo una evidencia del choque interno:

“Falso: ni renuncio, ni me renuncian”.

Las señales que el partido convirtió en pruebas

La dirección del Centro Democrático llevaba semanas interpretando movimientos de Uribe Londoño como pasos hacia la salida. Mensajes internos en los que hablaba de una “decisión muy seria”. La solicitud de una reunión privada con Uribe que nunca se concretó. Su ausencia en un foro del domingo. Y un intercambio de mensajes con el director del partido, Gabriel Vallejo, en el que habría pedido responder por escrito preguntas clave sobre su continuidad.

Para el comité político, todo eso sumado —más la versión entregada por De la Espriella— configuraba un escenario suficiente para apartarlo del proceso. La decisión se tomó ese mismo día y se comunicó sin rodeos: Miguel Uribe quedaba fuera de la contienda para el aval presidencial.

Una campaña marcada por fricciones desde el comienzo

La precandidatura de Uribe Londoño ya venía cargada de tensiones desde su origen. Su llegada al proceso interno se dio en medio del vacío político que dejó el asesinato de Miguel Uribe Turbay, hecho que obligó al partido a redefinir su ruta hacia la candidatura presidencial. La opción de postular a Juan Carlos Pinzón fue descartada rápidamente y la entrada de Uribe Londoño, lejos de unificar, generó resistencias.

Las fricciones se hicieron públicas en noviembre, cuando el partido suspendió las encuestas internas y surgieron denuncias de que personas cercanas al precandidato habrían buscado acercamientos con AtlasIntel, la firma contratada para medir las preferencias. La encuestadora negó cualquier contacto. Luego, la campaña de Uribe Londoño vetó su participación en el proceso. Ese episodio profundizó la desconfianza y marcó un punto de quiebre entre las partes.

Aun así, Uribe Londoño se mantenía arriba en las mediciones internas. En la encuesta Invamer del 30 de noviembre registró un 4,2 %, superando a varias figuras del uribismo tradicional.

Con la salida de Miguel Uribe Londoño, el abanico de aspirantes del Centro Democrático se reduce a tres nombres: María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín. La disputa del aval queda ahora en manos de una terna que representa sectores distintos del partido, mientras De la Espriella —ajeno a la colectividad— continúa marcando fuerza en los sondeos del electorado de derecha.

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Para el uribismo, este cierre abrupto evita, según ellos, una fractura mayor y despeja el camino. Para el precandidato expulsado, representa su desplome más inesperado: pasar de liderar encuestas internas a quedar por fuera por un supuesto compromiso del cual él reniega y que lo dejó sin margen de defensa.