La mujer de 61 años, solo acompañaba a su esposo a una cita médica cuando una mula destrozó el vehículo en el que viajaban. Resistió casi dos semanas entre traslados y cirugías, pero falleció este lunes en Barranquilla.

Rosmira Sánchez Fontalvo salió de su casa para cumplir una tarea que hacía periódicamente: llevar a su esposo a diálisis. No había nada excepcional en ese recorrido. Pero en la vía de Río Frío, una mula fuera que perdió el control destrozó el vehículo en el que iban.

Su cuerpo quedó tan golpeado que, aunque respiraba, era evidente que la lucha apenas comenzaba… y que sería brutal.

El impacto ocurrió cuando dos mulas colisionaron y una de ellas terminó incrustada contra el carro de transporte especial donde viajaban pacientes y acompañantes. El metal quedó deshecho, los ocupantes heridos, y Rosmira, atrapada entre vidrios y dolor, sin poder moverse. Aun así, permaneció consciente. Preguntó por su esposo. No por ella.

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La trasladaron primero al hospital San Cristóbal de Ciénaga, donde la estabilizaron. Pero sus lesiones internas obligaron a llevarla a Santa Marta y luego a Barranquilla. Tres centros médicos en pocos días, en una carrera desesperada contra la muerte.

Durante 13 días, Rosmira resistió con una fortaleza que sorprendía incluso al personal médico. Pero el daño era irreversible. Finalmente su cuerpo se rindió.

La familia, que nunca soltó la esperanza, quedó devastada. Rosmira no murió en el acto; murió lentamente, golpe a golpe, traslado tras traslado, como si la vida se negara a irse y el destino insistiera en arrebatársela.

Hoy su nombre se suma a las víctimas de siniestros viales del Magdalena, pero su historia duele más que una cifra: murió por hacer lo que siempre hizo, cuidar de los suyos. Y el último viaje que emprendió, el más simple de todos, terminó siendo el que no la dejó regresar.