“Hijo, párate…”: el desgarrador momento de una madre al descubrir a su hijo sin vida



La muerte de Melkis Jafed López Ovalle, de 30 años, dejó a su madre sumida en un nuevo duelo. Hace apenas unas semanas había sepultado a otro hijo.

La tarde del domingo en Riohacha se quebró con un grito que hizo salir a más de un vecino de sus casas. Era el grito de una madre. De María Isabel Ovalle, una mujer que a diario se aferraba a la rutina de llevarle el almuerzo a su hijo, Melkis Jafed, mientras él intentaba levantarse de una racha larga de desempleo y dificultades emocionales. Ese domingo, esa rutina se convirtió en tragedia.

María Isabel llegó como siempre, tocó la puerta varias veces y esperó que él respondiera. Nada. Insistió. Golpeó más fuerte. Volvió a llamar su nombre. El silencio terminó empujándola a entrar. Y al cruzar la puerta, se encontró con lo impensable: su hijo estaba en el piso, sin signos vitales.

El plato con comida cayó de sus manos. El sonido seco se mezcló con un alarido de dolor que estremeció a la cuadra. “¿Por qué tuve que perder a mis dos hijos? ¡Lo que más amo!”, gritaba, recordando la otra ausencia que ya llevaba cargando a cuestas. Vecinos corrieron de inmediato.

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La encontraron arrodillada junto al cuerpo, temblando, sin poder asimilar lo que veía.
“¡Hijo, ay hijo…! ¿Qué es esto, Padre mío? ¡Hijo, párate…!”, repetía una y otra vez, aferrándose al pecho de Melkis como si pudiera devolverlo. Nadie sabía cómo consolarla. Nadie tenía palabras suficientes para contener ese dolor.

Melkis, de 30 años y natural de Villanueva, atravesaba desde hacía meses un periodo difícil. El desempleo, los problemas personales y una evidente carga emocional lo tenían vulnerable. La muerte reciente de su hermanos a raíz de una enfermedad había terminado de derrumbarlo.

Su madre era su compañía y su apoyo más constante, pero el golpe llegó sin avisar.
Minutos después, la Policía llegó al lugar y acordonó la vivienda. El CTI de la Fiscalía realizó la inspección técnica y el levantamiento del cuerpo mientras los vecinos miraban en silencio, aún con el eco de los gritos en el aire. Las autoridades investigan para esclarecer completamente lo ocurrido.

María Isabel salió del lugar sostenida por los vecinos. Su llanto no cesaba. Era el llanto de una madre que perdió lo que más amaba, otra vez.


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