La empresa suspendió de inmediato su operación tras recibir mensajes intimidantes presuntamente enviados por un grupo armado irregular. Conductores temen por sus vidas, pasajeros quedaron sin transporte y la inseguridad vuelve a golpear un corredor clave del Magdalena.

Los buses no salieron porque los amenazaron de muerte. Así de simple.

Colibertador, una de las rutas más usadas entre Santa Marta y Ciénaga, detuvo toda su operación, según informó, tras recibir presiones extorsivas de un grupo armado irregular, dejando a cientos de pasajeros varados desde la madrugada.

La decisión afecta a quienes dependen a diario de Colibertador. Los usuarios al llegar a la terminal para abordar el bus de siempre… lo único que encontraron fueron vehículos apagados y conductores ausentes.

La empresa ordenó suspender el servicio “hasta nueva orden”.

El gerente confirmó que él y varios choferes recibieron mensajes intimidantes por negarse a pagar cuotas extorsivas altas. Según información preliminar, estas estructuras están cobrando para permitir el tránsito “seguro” de los buses en ese corredor.

Frente a eso, la decisión fue inmediata: ningún vehículo saldría a la vía y la prioridad era proteger a conductores y usuarios.

Pasajeros atrapados en la incertidumbre

El golpe es duro. Madres cargando niños y maletas buscaban cómo moverse.

La suspensión también desata discusiones. Algunos pasajeros dudaron:

“Eso es para luego subir los pasajes.”

Otros culparon al gobierno:

“Con este presidente todo el mundo hace lo que quiere.”

Pero más allá del ruido, lo cierto es que la extorsión sigue golpeando el transporte en el Magdalena, y ahora afecta directamente a una ruta vital.

Un corredor detenido por miedo

Colibertador, con décadas de historia en la región, asegura que no retomará operaciones hasta que existan garantías reales.

La empresa insiste: no puede poner en riesgo la vida de sus trabajadores ni de los pasajeros.

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De esta manera, el transporte entre Santa Marta y Ciénaga quedó fracturado, precario y sometido al miedo.